viernes, 19 de julio de 2024

COMENTAZANELLA.- TU PALABRA ME DA VIDA.- Se compadeció (Marcos 6, 30-34) Aporte de Gloria Bastos Zanotta.-

Se compadeció (Marcos 6, 30-34)

Se va agudizando en la iglesia la escasez y la falta de pastores. Pero más que el número, es importante su calidad y la modalidad de su servicio.

Leemos en el evangelio de san Marcos 6, 30-34:


Los Doce regresan felices de la Misión. Han tenido éxito, mientras que Jesús había fracasado con sus conciudadanos. No se dan cuenta que su éxito ha sido posible porque su acción respondía a las expectativas mesiánicas del pueblo, sin poner en evidencia el mensaje propio de Jesús. Él no los felicita. Los invita “solos a un lugar desierto”: alejados de la mentalidad común, podrían entender mejor el camino de Jesús y cuánto les falta para asumirlo plenamente.

La presión de la gente es demasiada: “Era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer”. Ni el tiempo para alimentarse físicamente, y sobre todo para alimentarse de la palabra de Jesús. Se van en la barca, buscando la soledad y la intimidad con él.

Pero la gente no se rinde. No busca a Jesús. Busca a esos hombres que por un momento habían despertado la esperanza de un pueblo oprimido, que muchas veces había intentado levantarse por los caminos de la insurgencia popular y de la rebelión violenta. Viendo a los Doce que cruzan el lago con Jesús, para ir a ese “lugar desierto”, “de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y lle­garon antes que ellos”. Más rápido que la barca. Es una escena impresionante. “Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre”. Tendrá que abandonar su programa. No podrá dedicarse a la formación de los discípulos, como quería. Tendrá que atender a esa muchedumbre:

“Se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor”. Jesús se conmueve, y tiene compasión de toda esa gente desorientada y abandonada. Conoce su sufrimiento, la explotación y dominación a que está sometida. Y conoce sobre todo la falta de “pastores”, de guías llenos de sabiduría y generosidad, de profecía y atrevimiento. Las autoridades religiosas pensaban sólo en sus intereses y su poder, y no se preocupaban de las necesidades del pueblo. El resultado de su trabajo es: “ovejas sin pastor”. Ya en su tiempo el profeta Ezequiel había hablado en nombre de Dios: “Profetiza contra los pastores de Israel, profetiza
diciéndoles: ¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas lo que tienen que apacentar los pastores?”.

En el texto de Ezequiel, Dios mismo reclama sus ovejas y se declara el
único pastor: “Esto dice el Señor: Me voy a enfrentar con los pastores; les
reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas, para que dejen de apacentarse a sí mismos los pastores; libraré a mis ovejas de sus fauces, para que no sean su manjar”.

Ahora es Jesús quien asume la misión de pastor. Los Doce han manifestado que no saben orientar al pueblo, y lo desconciertan con falsas expectativas. Él se dedica a apacentar las ovejas: “Estuvo enseñándoles largo rato”. Jesús ofrece primero el pan de la palabra. Luego seguirá la multiplicación de los panes: el nuevo maná para el nuevo éxodo.

Como otras veces, el evangelio de Marcos no relata el contenido de la enseñanza de Jesús. Sólo habla de “largo rato”, como para decirle a la comunidad que es necesario detenerse largamente en la palabra de Jesús, para poder seguir fielmente su camino y abrir el corazón a la compasión.


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