viernes, 16 de agosto de 2024

COMENTAMADILENE.- Así es Jesús, PAN, su aroma impregna nuestro ser.....

 

   Uno de los más cálidos recuerdos que tengo de mi infancia es que mi abuela me levantaba envuelta en una manta, en el frio invierno, y me sentaba cerquita de su fogón a leña en dónde casi siempre estaba horneando pan.

Abría la puerta del horno esmaltado blanco, y emanaba un aroma a pan por toda la casa e iba a parar a mi panza. Me alimentaba en todos los sentidos.

Así es Jesús/Pan. Impregna todo nuestro ser. Su aroma no pasa desapercibido. Él es pan que alimenta, que sustenta la vida, que da vida. El alimento más antiguo, y a la vez accesible, simple y completo a la vez.

Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Dice Jesús en este evangelio. Yo soy, término familiar para los judíos que debían reconocer en Él a Dios. Jesús utiliza un lenguaje conocido, quiere, desea ser reconocido, porque no vino a juzgar, vino a salvar.  Bajado del cielo, enviado del Padre. Que da vida para siempre, pan vivo, lleno de vida eterna al alcance de todos. Basta querer, y creer.

Jesús vinculó la vida con él mismo. Desde el instante en que recibimos la vida, esta nos es dada por Él. Él nos sostiene y nos nutre, corporal y espiritualmente para que vayamos floreciendo a lo largo del camino.

Jesús Pan de vida  que se entrega, que entrega su vida para darnos vida y vida en abundancia, nos pone frente al sacrificio redentor de la cruz, en ese entregar, dar. 

El sentido de “comer” a Jesús es una expresión muy fuerte para nosotros, pero apunta a poseer su vida, a nutrirnos con su palabra, sus opciones, sus sentimientos, su amor. Ese el contenido del pan vivo bajado del cielo para donarse a nosotros.

Así como  el Hijo vive por el Padre que le entrega su vida, nosotros vivimos por Jesús que nos entrega la que ha recibido.

Es el Pan que nos hace hermanos, amasando nuestras vidas y fundiéndose en ellas, es el misterio de la eucaristía diaria, en la comunidad en dónde es donación sin medida. Donarnos mutuamente adquiere sentido en ese pan compartido.

      En la comunidad compartimos esa vida que nos es donada y a la vez

 donamos, en el amor concreto por el otro, dentro y  fuera de ella, en una

 constante eucaristía.                              Madilene

 

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