Señor y Padre nuestro, aquí nos tienes reunidos como discípulos tuyos, en esta pequeña comunidad. Tenemos el vivo deseo de escucharte y que nos enseñes a descubrir los misterios del Reino, como lo hacías con tus amigos en Galilea..... Tú nos prometiste enviarnos el Espíritu Santo, necesitamos su luz porque nos rodean tinieblas y obscuridad. Tú eres la luz del mundo. Aquí nos tienes, como María, fiel discípula tuya, en la escuela del Evangelio. Amén
Fragmento del texto "De extraños a hermanos" Atilano Alaiz
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