Los miembros de las primeras comunidades cristianas reflejadas en la pobre viuda, indefensa y atropellada en sus derechos, invocaban al Señor "Marana tha" (ven Señor)
La parábola, indiscutiblemente, se centra en la fe de aquella mujer viuda, que confiaba firmemente en alcanzar la justicia a la que tenía derecho. Este es el sentido de la oración; no tanto recordarle a Dios lo que ya sabe, sino confirmar nuestra fe y nuestra esperanza de que su proyecto se realice. Rezamos no para que Dios se acuerde de nosotros, sino para que nosotros no nos olvidemos de que es el Padre que cuida de nosotros.
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