COMENTARIO DE J.A.PAGOLA
LITURGIA - Domingo 28 C
El relato comienza narrando la curación
de un grupo de diez leprosos en las cercanías de Samaría. Pero, esta
vez, no se detiene Lucas en los detalles de la curación, sino en la reacción de
uno de los leprosos al verse curado. El evangelista describe cuidadosamente
todos sus pasos, pues quiere sacudir la fe rutinaria de no pocos cristianos.
Jesús ha pedido a los leprosos que
se presenten a los sacerdotes para obtener la autorización que los permita
integrarse en la sociedad. Pero uno de ellos, de origen samaritano, al ver que
está curado, en vez de ir a los sacerdotes, se vuelve para buscar a Jesús.
Siente que para él comienza una vida nueva. En adelante, todo será diferente:
podrá vivir de manera más digna y dichosa. Sabe a quién se lo debe.
Necesita encontrarse con Jesús.
Vuelve “alabando a Dios a grandes
gritos”. Sabe que la fuerza salvadora de Jesús solo puede tener su origen en
Dios. Ahora siente algo nuevo por ese Padre Bueno del que habla Jesús. No lo olvidará
jamás. En adelante vivirá dando gracias a Dios. Lo alabará
gritando con todas sus fuerzas. Todos han de saber que se siente amado por él.
Al encontrarse con Jesús, “se echa
a sus pies dándole gracias”. Sus compañeros han seguido su camino para encontrarse
con los sacerdotes, pero él sabe que Jesús es su único Salvador. Por eso está
aquí junto a él dándole gracias. En Jesús ha encontrado el mejor regalo
de Dios.
Al concluir el relato, Jesús toma
la palabra y hace tres preguntas expresando su sorpresa y tristeza ante lo
ocurrido. No están dirigidas al samaritano que tiene a sus pies. Recogen el
mensaje que Lucas quiere que se escuche en las comunidades cristianas.
“¿No han quedado limpios los
diez?”.¿No se han curado todos? ¿Por qué no reconocen lo que han recibido de
Jesús? “Los otros nueve, ¿dónde están?”. ¿Por qué no están allí? ¿Por
qué hay tantos cristianos que viven sin dar gracias a Dios casi nunca?
¿Por qué no sienten un agradecimiento especial hacia Jesús? ¿No lo conocen? ¿No
significa nada nuevo para ellos?
“¿No ha vuelto más que este
extranjero para dar gloria a Dios?”. ¿Por qué hay personas alejadas de la
práctica religiosa que sienten verdadera admiración y agradecimiento hacia
Jesús, mientras algunos cristianos no sienten nada especial por él? Benedicto
XVI advertía hace unos años que un agnóstico en búsqueda puede estar más cerca
de Dios que un cristiano rutinario que lo es solo por tradición o herencia. Una
fe que no genera en los creyentes alegría y agradecimiento es una fe enferma.
José Antonio Pagola
13 de octubre de 2013
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