Jesús se le queda mirando
con cariño. Es admirable la vida de una persona que no ha
hecho daño a nadie. Jesús lo quiere atraer ahora para que colabore con él en su
proyecto de hacer un mundo más humano, y le hace una propuesta sorprendente: «Una cosa te falta:
anda, vende todo lo que tienes, dale el dinero a los pobres… y luego ven y
sígueme».
El rico posee muchas cosas, pero le falta lo
único que permite seguir a Jesús de verdad. Es bueno, pero vive apegado a su
dinero. Jesús le pide que renuncie a su riqueza y la ponga al servicio de los
pobres. Solo compartiendo lo suyo con los necesitados podrá seguir a Jesús
colaborando en su proyecto.
El
hombre se siente incapaz. Necesita bienestar. No tiene fuerzas para vivir sin
su riqueza. Su dinero está por encima de todo. Renuncia a seguir a Jesús. Había
venido corriendo entusiasmado hacia él. Ahora se aleja triste. No conocerá
nunca la alegría de colaborar con Jesús.
La crisis económica nos está invitando a los
seguidores de Jesús a dar pasos hacia una vida más sobria, para compartir con
los necesitados lo que tenemos y sencillamente no necesitamos para vivir con
dignidad. Hemos de hacernos preguntas muy concretas si queremos seguir a Jesús
en estos momentos.
Lo primero es revisar nuestra relación con el
dinero: ¿qué hacer con nuestro dinero? ¿Para qué ahorrar? ¿En qué invertir?
¿Con quiénes compartir lo que no necesitamos? Luego revisar nuestro consumo
para hacerlo más responsable y menos compulsivo y superfluo: ¿qué compramos?
¿Dónde compramos? ¿Para qué compramos? ¿A quiénes podemos ayudar a comprar lo
que necesitan?
Son preguntas que hemos de hacernos en el fondo de nuestra conciencia y
también en nuestras familias, comunidades cristianas e instituciones de
Iglesia.
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