A mucha/os no les inquieta esta vestimenta de reyes.
Solamente pensamos qué sentirán al verlos, los de las fronteras que escuchan de esos labios "su preocupación " por la opción por pobres.
Lo mismo deben preguntarse los londinenses de barrios apiñados de inmigrantes y asalariados que sufren por llevar un plato de comida a su hogar.
En ambos casos hay público, clérigos, laicos y prensa especializada en disimular estas inequidades, resaltando la mística, espiritualidad, entrega de los asistentes. Una y otra vez se anuncia la asistencia de mandatarios, embajadores, políticos, empresarios y militares siguiendo las ceremonias, para al otro día cada uno en su chacra seguir acumulando, que algún día habrá derrame y llegará al pueblo.
¡Qué lentamente se mueven algunos colectivos (humanos) en estos tiempos en que la historia camina acelerada! La Iglesia católica es un triste ejemplo de ello cuando se aferra tan tozudamente a costumbres y ritos del pasado. Un signo y una muestra es la vestimenta que usan nuestros obispos y cardenales en las ceremonias litúrgicas... Y eso que en estos últimos tiempos, con el ejemplo de Juan XXXIII, se han dejado de lado varias prendas del ceremonial. No veo mal que al ir a celebrar la Misa o algún sacramento, nos pongamos alguna prenda distinta, pero sencilla... Todos tenemos un cuidado especial de usar la ropa adecuada o funcional a la ocupación que nos dediquemos. Si voy a un casamiento me visto de manera distinta a cuando voy a trabajar en el campo, o a cocinar o a un hospital para atender enfermos... Esto es normal y hasta recomendable. Pero, mucho más importante es conectar con el espíritu del Evangelio que nos recomienda la sencillez... Nos imaginamos siempre a Jesús vestido como todos los demás hombres comunes de su tiempo. Es bueno recordar sus palabras cuando elogiaba a Juan Bautista por su austeridad, vestido con piel de camello en el desierto. "¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que llevan suntuosas vestiduras están en los palacios de los reyes..." (Lucas, 7, 25). Me pregunto: ¿No se le mueve la conciencia a un cardenal o a un obispo cuando lee este pasaje de la Escritura? O lo pasan por arriba... Estoy seguro que muchos desearían ir más simplemente vestidos, sólo que es difícil romper los protocolos. Si no viene una monición de arriba, del Papa, lo veo difícil... Todo eso proviene de la mimetización de la Iglesia cuando llegó al Imperio romano a partir de Constantino en el siglo III. Copió las costumbres imperiales; templos, atuendos, lengua y muchas más costumbres que poco tenían que ver con el evangelio. Jorge Alonso
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