jueves, 17 de octubre de 2013

J.María Bidegaín, nos envía esta reflexión..


                             ACERCA DE LA EMPATÍA.-

 La empatía es definida por algunos como “la facultad de proyectar la propia naturaleza sobre el sujeto de contemplación y de esa manera intentar comprenderlo plenamente”, consiste fundamentalmente en “sentir con el otro, teniendo presente de que no se es el otro”. Una actitud empática significa el intento de ponernos en el lugar de la otra persona, para que nuestros sentimientos nos abran a las emociones y motivaciones más profundas del otro. Y en este sentido nos permite desarrollar la capacidad de cuidarnos mutuamente. Es sólo a partir de ella que -quienes anhelamos ayudar a otros hermanos- debemos acercarnos a los mismos.


            En este sentido la empatía implica entender desde adentro, como si fuera “en su misma piel”. Es como obligarse a sí mismo a “sentir por y con esa persona”.

            Si a lo largo de nuestra vida no desarrollamos un camino de introspección, que nos permita afrontar nuestras heridas y miserias, nunca podremos acercarnos de corazón para servir a otros escuchándolos y comprendiéndolos empáticamente. ¿Por qué? Porque para poder ejercitarlo, es necesario partir de la convicción de que no se es superior a la otra persona. Y cuánto nos cuesta luchar contra este sentimiento ¿no?

            Las heridas que no miramos de frente ni procesamos terminan básicamente de dos maneras: o hiriéndonos a nosotros mismos o hiriendo a los otros. Si no partimos de trabajar sobre las carencias, a través de las cuales nos han herido, nos será prácticamente imposible comprender empáticamente a quiénes sufren y/o hacen sufrir a otros.

            Quién no tiene capacidad para ponerse “hondamente” en el lugar de otro, nunca podrá crecer en el amor al prójimo ni sanar sus propias heridas.

            El desafío de los cristianos es comprometernos en el servicio al prójimo. Servicio que no es algo superficial ni pasajero. No es algo de “fines de semana” o “unas horas” cumplidas en alguna pastoral o tarea parroquial.

            Ser cristiano, seguir a Cristo en el hermano, es intentar acercarnos a vivir cada día la entrega desde una visión integradora. Luchando por superar nuestras miserias y vulnerabilidades, confiando en que si trabajamos para transformar la realidad más cercana, Él nos ayudará a transformar nuestro ser.

            Que Jesús, modelo de actitud empática, nos conceda la gracia de trabajar para construir un mundo mejor desde una actitud misericordiosa y compasiva, abierta a las diferencias y respetuosa de los hermanos.

            Dice el Señor: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos” (Lucas 5,31).

            Jesús, ven a nosotros, haznos humildes y sana nuestras heridas. Amén.

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