Mc 1, 21-38
Llegó Jesús a Cafarnaúm y cuando
el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su
enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad. Estaba
precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se
puso a gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar
con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios”. Jesús lo increpó: “Cállate y
sal de él”. El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte,
salió. Todos se preguntaron estupefactos: “¿Qué es esto?”. Este enseñar
con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le
obedecen”. Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca
entera de Galilea.
Palabra del Señor
1.
Es notable que el primer relato de la
actividad de Jesús, en el evangelio de Marcos se refiere a los “letrados”
y a los “demonios”. Letrados y demonios, relacionados los unos con los otros,
son los protagonistas del primer episodio que se recuerda de Jesús. Letrados y
demonios, aliados entre sí, marcan el punto de partida de lo que fue la
actividad de Jesús.
2.
En cuanto Jesús se puso a explicar lo que tiene
que ser el Reinado de Dio (Mc 1, 15), los letrados (“grammateis”)
vieron amenazada su “autoridad” ante la gente (Mc 1, 222). Los letrados eran:
a) Los exegetas que interpretaban la Escritura. b) Los maestros que explicaban
los Libros Sagrados de la Biblia. c) Los jueces que aplicaban con
autoridad la Ley a las obligaciones de la gente (G. Baumbach). ¿Por qué estos
hombres vieron en Jesús una amenaza y un peligro para su autoridad?
3.
No se sabe si en la sinagoga aquella había
“letrados”. Lo que si había eran muchos “demonios”, que se habían metido en un
hombre poseso por un “espíritu inmundo” (Mc 1, 23). Y en cuanto los
demonios se dieron cuenta de que los letrados perdían su autoridad, “empezaron
a gritar… ¿Has venido a destruirnos?” (Mc 1, 24). Es claro pues que, para
Marcos, la causa de los letrados y la causa de los demonios era la misma. En la
cultura judía del s.I, los demonios eran por excelencia los causantes del
sufrimiento humano (Hen 15, 11 2: Jub 10, 5) (O. Böcher). Y eso exactamente es
lo mismo que hacían los letrados. Cuando los funcionarios de la religión se
dedicaban a someter a la gente imponiendo normas y obligaciones…, eso es actuar
en la vida como auténticos demonios. Y con eso es con lo que vino a acabar
Jesús, anunciando la llegada del Reinado de Dios. Eso mismo es lo que tienen
que hace la Iglesia y los cristiano.
José Ma. Castillo