El Santo Padre citó al santo chileno Alberto Hurtado: “Trabajaba
siempre, dificultad tras dificultad. Trabajaba para los pobres… Fue realmente
un hombre que creó caminos en ese país… La caridad para la asistencia a los
pobres… Pero fue perseguido, tantos sufrimientos. Pero cuando estaba
justamente allí aniquilado en la cruz, su frase era: “Contento Señor, Contento”.
Francisco concluyó su
homilía pidiendo al Señor que nos enseñe a ir por ese camino de la
plenitud aniquilada de Jesucristo y decir siempre y sobre todo en las
dificultades. “Contento, Señor, contento”.
El Dinero, convertido en ídolo absoluto, es para Jesús el mayor enemigo para construir ese mundo más digno, justo y solidario que quiere Dios. Hace ya veinte siglos que el Profeta de Galilea denunció de manera rotunda que el culto al Dinero será siempre el mayor obstáculo que encontrará la humanidad para progresar hacia una convivencia más humana.
La lógica de Jesús es aplastante: «No podéis servir a Dios y al Dinero». Dios no puede reinar en el mundo y ser Padre de todos sin reclamar justicia para los que son excluidos de una vida digna. Por eso no pueden trabajar por ese mundo más humano querido por Dios los que, dominados por el ansia de acumular riqueza, promueven una economía que excluye a los más débiles y los abandona en el hambre y la miseria.