MISION
DE LOS LAICOS HACIA LOS POBRES EN MÉXICO
Enrique
Fregoso Ramos
Diplomado
de Etica y Cambio Social
IMDOSOC,
Octubre de 2012
La
Nueva
evangelización para la transmisión de la fe cristiana,
convocada por SS Benedicto XVI nos plantea a los fieles cristianos
laicos como parte del pueblo de Dios, el gran reto de sumarnos a esta
urgente tarea con nuestro aporte en la transformación social
preferencial de los pobres de nuestro país en una comunidad de vida
suficiente
y sustentable
y a la vez dispuesta a la escucha y conversión por el mensaje
evangélico.
El
documento concluyente del Concilio Vaticano II Gaudium et Spes y las
CELAM´s Latinoamericanas principalmente Medellin, Puebla y Aparecida
orientan nuestra responsabilidad misionera a transformar la pobreza
social en pobreza
evangelica1
que dará el sustento material y espiritual a la razón de la
existencia de Jesús de Nazareth: hacer presente con palabras y
acciones el Reino de los cielos. Nunca define Jesús el Reino de
Dios, pero si lo comunica con muy diversos medios ante un pueblo que
esperaba una manifestación mesiánica política contra el poder
romano. Jesús sin embargo insiste en un Reino como presencia de Dios
en el corazón del hombre, sin que eso quiera decir que el Reino sea
pura interioridad sino que se traduce en una nueva vida, que se
expresa en alta fraternidad y en el perdón aún a los enemigos.2
Se
parte, en este ensayo, del análisis de nuestro contexto de vida como
principio de discernimiento:
Contexto
económico-político-cultural3
En
el ámbito mundial
la economía en la presente etapa neoliberal,
está en manos de un puñado de monopolios financieros que hacen de
los Estados nacionales la garantía de su autonomía y de su total
libertad de movimientos, haciendo de los intentos gubernamentales de
“regulación” meros compases infructuosos que dan continuidad a
una nueva y desbocada acumulación de “ganancias”.
Por
su parte, los grandes monopolios y en general todas las empresas que
compiten en el mercado accionario no cesan de reducir sus costos de
producción principalmente con la reducción de salarios y
prestaciones a los trabajadores, cómo es el caso de la reforma
Laboral en México, imponiendo cada vez a un menor número de
empleados formas de explotación con base en “multitareas” para
cada puesto de trabajo. Mantienen al alza continua su acumulación de
capital soportada en especulación financiera y el control del
mercado de alimentos y de químicos que imponen a la población a
precios sin ningún control de gobierno alguno. En forma similar, con
muy superiores “ganancias”, sustentan el comercio de armas, el
narcotráfico y el lavado de dinero. Se trata en el fondo de una
condición de absoluta falta de ética donde la perversión de la
avaricia y la codicia a niveles extremos son el motor del crecimiento
de sus “valores” accionarios, a cambio de la miseria y muerte de
millones de seres humanos.
En
el ámbito nacional
vivimos en el México el dominio de los monopolios industriales y
financieros norteamericanos en prácticamente la totalidad de las
actividades económicas, bancarias, territoriales, etc, propiciado
por los gobiernos mexicanos que han entregado nuestro país al
extranjero y se dedicaron a poseer industrias paraestatales como la
electricidad y el petróleo que lejos de significar una independencia
y fortalecimiento de nuestra economía interna, se han puesto al
servicio del subsidio a las trasnacionales y se convirtieron en
fuente de enriquecimiento y corrupción de los funcionarios
estatales.
Para
garantizar su dominio social los gobiernos en México se han valido
de una serie de aparatos corporativos que abarcan prácticamente
todas las áreas del trabajo, principalmente en la laboral y
profesional. La mayoría de los sindicatos que agrupan y controlan a
la masa laboral en México no fueron creados por los trabajadores
sino por el propio gobierno. Estos sindicatos, amparados en una ley
laboral corporativa todavía vigente, controlan las plazas laborales
sin exigir una cultura de responsabilidad y trabajo, sino
condicionadas al sometimiento a los líderes de tal forma que estos
se constituyen en factor de sustentación política de los propios
gobiernos asegurándoles la docilidad de la clase laboral. Así, la
corrupción de la cúpula burocrática permea a los trabajadores
quienes por un trabajo mejor pagado se convierten en incondicionales
de sus líderes y se corrompen también, trabajando lo menos posible
para la institución.
En
este ámbito de tan alta corrupción burocrático-corporativa se
considera inviable impulsar con éxito en el ámbito político un
cambio inmediato porque están de por medio no solo los ingresos
indiscriminados de los funcionarios públicos sino su adicción al
poder que se disputan con todo tipo de luchas intestinas al interior
de los diferentes niveles del poder público.
Contexto
Eclesial Mundial y Nacional4
El
Concilio Vaticano II rompió con una época teológica marcada por la
monarquía solitaria pontificia, a favor de otra más sinodal y
colegial. Se propuso que fuera un Concilio pastoral y no dogmático,
que dialogara con el mundo y con las religiones, además del
ecumenismo cristiano que fueron los ejes del Vaticano II.
Sin
embargo en la etapa postconciliar, la existencia de estructuras de
pecado en la sociedad y en la propia iglesia se imponen de tal forma
que resulta difícil asumir a esta iglesia real como querida por Dios
y sujeto de la historia de salvación. Los escándalos eclesiásticos
hacen mella en la opinión pública y dificultan la aceptación de la
comunidad real de pertenencia.
La
fe se socializa y se eclesializa, es mediatizada por instituciones,
sacramentos y el mismo derecho. Aceptando esta realidad, sin embargo,
el Concilio Vaticano II nos abre a otras dimensiones. Somos
conscientes que no siempre los intereses eclesiásticos coinciden con
los del reino y peor aun si, además, se identifica la Iglesia
solamente con la jerarquía. Por ello no nos es permitido absolutizar
de forma abstracta la mediación eclesial, como si la obra de Cristo
fuera sin más la Iglesia y no la instauración del reinado de Dios
en la sociedad.
Al
final del Concilio un grupo significativo firmó un compromiso que le
llamó “Pacto de catacumbas” en el que optaban por una vida más
pobre y sencilla y al servicio de los pobres de esta tierra,
apartándose de dignidades y privilegios eclesiásticos.
El
Concilio Vaticano I había agudizado el problema al definir el
primado del papa y su infalibilidad, sin establecer contrapesos
episcopales. Había que apoyarse en el papa ante cualquier conflicto
de tipo político, piénsese por ejemplo en los concordatos que se
firmaban pasando por encima de los obispos. A ello hay que agregar la
política de nombramientos eclesiales en el siglo XIX hasta
principios del XX, sobre todo en el Pontificado de Pio X y el
paralelismo de la Iglesia con el Estado; favorecía el nombramiento
de obispos de probada sumisión a la Santa Sede y se favorecía
también, a la par, el desarrollo de las carreras eclesiásticas que
promovía más bien a funcionarios de las varias congregaciones
romanas. Los cardenales, por ejemplo, son considerados príncipes de
sangre, con el título de Eminencia.
Al
papado se le ve como una institución identificada con las corrientes
más conservadoras y las instancias más tradicionales de la Iglesia
marcadas por un tipo de dirigismo monárquico y el afianzamiento de
la autoridad, con conceptos muy verticalistas de la misma, aunque el
lenguaje se haya vuelto más ministerial y comunitario.
Además,
“una Iglesia de los pobres, para que sea la Iglesia de todos”, en
palabras de Juan XXIII, exige la renuncia a la tentación de una
iglesia del poder. En la perspectiva del Concilio Vaticano II, urge
para nuestro tiempo una Iglesia signo antes que de fuerza y poder,
una Iglesia testimonial, para que el Evangelio sea creíble; una
Iglesia que renuncie a la tentación de disputa del mercado religioso
y acepte ser minoría o resto, si fuera preciso, para no perder su
vocación profética. En otras palabras, más allá del discurso, el
contexto actual exige que la Iglesia se coloque dentro del mundo de
los excluidos, siendo solidaria con ellos y, así, continúe
actualizando en la historia la parcialidad de Dios frente al pobre,
al sufrimiento del justo y del inocente. Nuestro contexto exige el
testimonio de una Iglesia que, además del sujeto social, asuma
también el lugar social de los pobres y de los mártires de las
causas sociales, que son el principal patrimonio de la Iglesia en
América Latina y el Caribe, lo que daría un gran impulso a la Nueva
Evangelización en el continente.
En
resumen, es preciso conectar salvación, tanto con las aspiraciones y
necesidades reales de las personas, como con las grandes causas de
los pueblos, para que el destino del Pueblo de Dios se inserte en el
destino de la humanidad como un todo. Eso exige hacer del pluralismo
un presupuesto, sobre todo dentro de la Iglesia, que se traduzca en
pluralismo teológico, litúrgico y disciplinario. En América Latina
y el Caribe, para que indígenas y afroamericanos, por ejemplo, se
sientan más Iglesia, el cristianismo necesita reformular, desde sus
matrices culturales, el lenguaje, los ritos, las estructuras, o sea,
la configuración histórica de la Iglesia.
Este
‘rostro propio’ de la Iglesia en América Latina, preconizado por
Medellin y Puebla, depende de una legítima y sana autonomía de las
Iglesias Locales, dentro de los parámetros de la solicitud pastoral
de la colegialidad episcopal. Una eclesiología pluriforme aboga por
Iglesias encarnadas en la diversidad de sus culturas y en el respeto
y diálogo con las expresiones religiosas presentes. Es una cuestión
de acogida y respeto a la obra de Dios, operada en el Espíritu, en
el corazón de todas las culturas y religiones, que el cristianismo
viene a redimensionar y plenificar –pero jamás a suprimir– con
la Buena Nueva de Jesús de Nazaret. Las Iglesias Locales, con su
obispo al frente, rompiendo con mimetismos eurocentristas o
romanizantes, están llamadas en esta hora difícil de los pueblos de
América Latina y el Caribe, a ejercitar la creatividad y a
arriesgarse por los pobres y excluidos. No de modo aventurero y
solitario, sino solidario, no descuidando el discernimiento y la
investigación, el debate y la escucha del Espíritu, en la búsqueda
de las respuestas impostergables a las legítimas preguntas de los
que, desde los sótanos de la humanidad, levantan su voz. Salvar
multitudes, mediante una lógica inclusiva y solidaria del Evangelio
de la cual la Iglesia es depositaria.
Se
trata de que un nuevo pentecostés bajo la acción del Espíritu se
haga presente en América Latina y en nuestro México sin descuidar
la acción pastoral impostergable a favor de los pobres.5
Misión
de los laicos hacia los pobres en el contexto actual de México
Los
laicos agrupados en las mas diversas formas comunitarias constituimos
una esperanza en el surgimiento del acontecer del Reino en nuestro
Siglo XXI como lo fueron las primeras comunidades cristianas tras la
muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.6
Cabe
reflexionar sobre la importancia de nuestro accionar y la consecuente
responsabilidad misionera que tenemos en los actuales momentos
aciagos del mundo.
Al
unir nuestros esfuerzos al campo sacerdotal, bajo una estrategia que
concentre y multiplique los resultados actuales de la economía
solidaria, vivencia fraternal, lucha por la justicia, defensa de los
derechos humanos y de la tierra, podremos lograr para la inmensa
mayoría de los pobres y marginados la salvación en el aquí y el
ahora ante la opresión y sufrimiento que prevalece; luchar por la
construcción del Reino les hará ver y sentir la Buena Noticia
traída a nosotros por Jesús que será impulsada por el Espíritu
en la Nueva Evangelización que esta por comenzar en el Año de la
Fe.
Las
Comunidades mas diversas de laicos son un nuevo modo de ser Iglesia.
Desde ahí desde donde el pueblo se juega la vida pueden realizarse
prácticas y enseñanzas cercanas a las del Jesús.
El
seguimiento de la opción de Jesús por los pobres no será optativa
sino una forma de vida cotidiana a favor de los humillados. La
transmisión de la fe a partir de la Escritura toma en cuenta toda la
variedad que en nuestra sociedad se presenta en cuanto a clase,
género, grupos urbanos, sectores emergentes así como los sectores
rurales y campesinos que rodean a los centros urbanos. En todos los
casos respetando sus propias tradiciones y formas de inculturización.
La
misión de las Comunidades laicales tiene su origen en la renovación
postconciliar. En estas comunidades se logra un espacio de
comunicación vivencial, en el que hay una comunicación de la fe, un
reforzamiento de la identidad cristiana y una cohesión grupal,
rasgos que no son tan frecuentes en las celebraciones oficiales.
En
este fenómeno comunitario, se ponen en primer plano las relaciones
interpersonales de sus miembros, logrando cohesión e identidad
grupal. Se constituyen como “pequeñas iglesias”, inculturizadas,
en las que es posible tener experiencias religiosas mucho más
cercanas y concretas, que las que ofrece la gran Iglesia. En las que
tiene una importancia central la celebración litúrgica en la que se
pone el acento en la participación de todos, en la comunicación a
través de símbolos, textos, prácticas comprensibles y socialmente
significativas. Es toda la comunidad la que celebra, en contraste con
el clericalismo de los cultos oficiales.
Un
riesgo previsible es que las Comunidades que surgen pueden tender a
aislarse del resto de los cristianos, para reclamar su propia
autonomía. Hay en algunas comunidades una reacción antijerárquica
con una laicidad antiministerial expresada en formas litúrgicas que
rompen la comunión eclesial. Se debe intentar mas bien un esfuerzo
pastoral creativo que asuma la inculturación y la adaptación a
diversos grupos, culturas y necesidades en la celebración de los
sacramentos en particular y también en la predicación.
Se
trata de un compromiso profético-político que no solo incluya la
defensa de los derechos humanos ante el poder establecido sino la
solidaridad y lucha contra la injusticia junto a todos los grupos
sociales del pueblo oprimido
El
objetivo estratégico de transformación social que asuman las
comunidades de laicos las llevará a constituirse en una masa social
crítica que, unidas a las mas diversas organizaciones sociales, las
lleve a una acción de exigencia pacífica que logre la justicia y la
paz como sustento óptimo de la Nueva Evangelización. De acuerdo al
camino marcado por Jesús, no se trata de buscar determinada forma
estructural de gobierno, sino asegurar una forma de vida suficiente y
sustentable para los pobres de México y del mundo mediante las
diversas formas de subsidiariedad que deberán ser apoyadas por las
instancias gubernamentales y empresariales.
En
México, están en camino en forma incipiente, las más variadas
formas de Comercio
Justo y Economía de Comunión,7
que
desde el punto de vista del presente ensayo, pueden y deben estar
precedidas por formas comunitarias de sobrevivencia que le den una
autonomía y fuerza propia a las comunidades que las mantenga ajenas
al clientelismo político, corporativismo y supeditación a todas las
formas posibles de la autoridad gubernamental y los representantes
del capitalismo neoliberal.
Como
fundamento papal del presente ensayo, misionero se presenta el
discurso del Beato Juan Pablo II pronunciado en la favela dos
Alegados,
Brasil en 1980.8
“Ustedes
tienen conciencia de no ser solo objeto de beneficencia, sino
personas activas en la construcción del propio destino y de la
propia vida.
Ustedes
deben luchar por la vida, hacer todo lo posible por mejorar las
propias condiciones en que viven, es un deber sagrado, porque es
también la voluntad de Dios, No digan que es voluntad de Dios que
ustedes permanezcan en una situación de pobreza, enfermedad, en una
mala vivienda, contraria muchas veces a su dignidad de personas
humanas. No digan: “Es Dios quien lo quiere”. Sé que esto no
depende solo de ustedes. No ignoro que otros deberán hacer mucho
para poner fin a las malas condiciones que les afligen o para
mejorarlas. Pero ustedes deben ser siempre los primeros en hacer
mejor su vida en todos los aspectos. Desear superar las malas
condiciones, darse la mano unos a otros para buscar juntos mejores
días; no esperar todo de fuera, sino comenzar a hacer todo lo
posible, procurar instruirse para tener más posibilidades de
mejorar; estos son algunos pasos importantes en su camino.
Para
lograr lo anterior en forma inmediata son indispensables las diversas
formas solidarias de convivencia comunitaria de acuerdo al siguiente
Plan
Básico de Auto organización para la Sobre vivencia en las
Comunidades:9
Economía
Solidaria
*Impulsar
la comercialización directa de productos del campo, estableciendo
relación con los productores, garantizando los precios más bajos y
una ganancia para quienes se sumen a estos proyectos, además de
compras en común de productos industriales, para obtener ganancias
justas abaratando las mercancías.
*Impulso
de talleres productivos de todo tipo, así como de mecanismos de
comercialización directa a los consumidores. Apoyarse en recursos
propios e incluso en los raquíticos créditos del gobierno para
comenzar a trabajar.
*Promover
pequeñas empresas familiares y comunitarias basadas en la inversión
de emigrantes, a fin de que éstos y sus familias tengan empleo a su
regreso del país en que actualmente residan.
*Crear
asociaciones de trabajadores por gremio, a fin de solicitar la
realización de las obras comunitarias o particulares de manera
integral: albañiles, plomeros, electricistas, etc.
*
Para garantizar la sobrevivencia en las colonias y poblaciones más
pobres, impulsar la “invasión verde” de todos los espacios
comunitarios susceptibles de ser sembrados con hortalizas, verduras y
árboles frutales para mejorar la alimentación, sembrando en
jardines, camellones, y las orillas de los cerros, o en las azoteas
de las casas, según las condiciones.
*Instalación
de viveros para la reproducción de las plantas y árboles
necesarios, así como producción de composta utilizando residuos
orgánicos para mejorar la calidad de la tierra.
*En
donde haya condiciones para ello, impulsar crianza de animales, como
conejos, borregos (la alimentación de éstos prácticamente no
cuesta nada si se usan los residuos verdes de los mercados y algunos
de cocina que normalmente se van a la basura); peces, abejas, etc.,
dependiendo de la región y condiciones.
Promoción
y defensa de los derechos humanos
*Organizar
la defensa con apoyo legal autorizado.
*Comprometer
la participación consciente y organizada de las personas afectadas.
*Respaldar
críticamente a otros grupos que requieran solidaridad
Medicina
Alternativa
*Formar
grupos de personas con conocimientos y experiencia en medicina
alternativa con apoyo voluntario de médicos y pasantes para la
atención de las enfermedades que sean posibles de tratar con los
conocimientos y recursos propios.
En el
contexto de la globalización neoliberal predomina la lógica de la
exclusión del otro en cuanto diferente, cultural o religiosamente
hablando.
Si bien propiamente ya no hay ‘tercer mundo’ –no porque
hubiéramos ascendido al primero, sino simplemente por falta del
segundo–, continúa habiendo un centro hegemónico y una periferia
excluida, tanto en el plano social como en el eclesial. En la esfera
eclesial, dificultades muy concretas en torno a realidades vitales
para la Iglesia en América Latina, comprueban la manutención de
esta óptica: la desautorización, aunque más en la práctica que en
el discurso, de una “teología latinoamericana”, diferente de la
única central y hegemónica; la frecuente matización y adjetivación
de la opción por los pobres, la falta de apertura en la perspectiva
de una mayor inculturación de la liturgia, de la creación de nuevos
ministerios laicales, de un reconocimiento de la participación más
efectiva de las mujeres, etc. y de la gestación de un respeto y
acogida de las diferencias, en el pluralismo como un presupuesto para
pensar las identidades y los sujetos,. Entre tanto, es en el seno de
la historia que la Iglesia necesita ser mediación de la salvación
de todo el género humano, no sólo caminando con ella, sino también
interactuando y contribuyendo en la definición de los rumbos de la
humanidad. Si, desde el primer momento, la Iglesia hubiese estado
sintonizada con la modernidad, con espíritu de diálogo, servicio y
profetismo, renunciando a cualquier postura apologética, ciertamente
muchos de los equívocos y exasperaciones del proyecto civilizador
moderno habrían sido redimensionados o evitados.
En
esta perspectiva, para que el cristianismo recupere su fascinación,
se requiere una práctica eclesial de un auténtico humanismo,
abierto y comprometido con la defensa y promoción de la vida, tanto
dentro como fuera de la Iglesia. La concepción de Medellín,
concibiendo la salvación como ‘pasaje de situaciones menos
humanas, a más humanas’, reivindica un cristianismo más cuidadoso
de la vida, más ecológico, más femenino, más pluricultural y
plurirreligioso, más democrático. En resumen, es preciso conectar
salvación, tanto con las aspiraciones y necesidades reales de las
personas, como con las grandes causas de los pueblos, por cuanto el
destino misionero del Pueblo de Dios se inserte en el destino de toda
la humanidad.
Bibliografía
de Documentos utilizados:
Diplomado
de Ética y Cambio Social. Módulos 1 a 3 (referencias indicadas en
el Texto)
Compendio
de la Doctrina Social Cristiana. Conferencia del Epsicopado Mexicano.
Nueva
Biblia de Jerusalén.
Eclesiología
y Secularismo. Síntesis del libro de Juan Antonio
Estrada.
El
Cristianismo en una Sociedad Laica.
P.Manolo Rubín de Celis msps.
Ensayos
diversos. (referencias indicadas en el Texto).Enrique Fregoso Ramos
Enrique
Fregoso Ramos
Diplomado
de Etica y Cambio Social, Imdosoc.
frelom@prodigy.net.mx
octubre/2012
1
Cfr. Diplomado Etica y Cambio Social. Enseñanza social
del Episcopado Mexicano. Lic Juan José Medeiros
2
Cfr. Diplomado Etica y Cambio Social. Lo social en el
Nuevo Testamento. Pbro. Miguel Angel Ledezma
3
Cfr. La Nueva Evangelización y el Cambio Social. Enrique
Fregoso
4
Cfr. Eclesiología y Secularismo. Síntesis del libro de Juan
Antonio
Estrada. El Cristianismo en
una Sociedad Laica. P.Manolo Rubín de Celis msps.
5
Diplomado Etica y Cambio Social. Vivencia de la Doctrina
Social Cristiana. Pastorsl Integral y sus concreciones comunitarias.
Sebastián Mier sj
7
Diplomado Etica y Cambio Social. Vivencias de la Doctrina
Social Cristiana. Comercio Justo y Economía de Comunión. Mtra.
Nayeli Manano Sánxhez, Lic Juan José Medeiros
8
Diplomado Etica y Cambio Social. Elementos de la Dcotrina
Social Cristiana. Pbro. Dr. Eduardo Bonini Barceló, Sch.
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