sábado, 26 de enero de 2013

iIMDOSOC Desde México, informe

IMDOSOC    informa desde  MEXICO.-        comparte Juan Cejudo, desde Cadiz, España
MISION DE LOS LAICOS HACIA LOS POBRES EN MÉXICO
Enrique Fregoso Ramos
Diplomado de Etica y Cambio Social
IMDOSOC, Octubre de 2012

La Nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, convocada por SS Benedicto XVI nos plantea a los fieles cristianos laicos como parte del pueblo de Dios, el gran reto de sumarnos a esta urgente tarea con nuestro aporte en la transformación social preferencial de los pobres de nuestro país en una comunidad de vida suficiente y sustentable y a la vez dispuesta a la escucha y conversión por el mensaje evangélico.
El documento concluyente del Concilio Vaticano II Gaudium et Spes y las CELAM´s Latinoamericanas principalmente Medellin, Puebla y Aparecida orientan nuestra responsabilidad misionera a transformar la pobreza social en pobreza evangelica1 que dará el sustento material y espiritual a la razón de la existencia de Jesús de Nazareth: hacer presente con palabras y acciones el Reino de los cielos. Nunca define Jesús el Reino de Dios, pero si lo comunica con muy diversos medios ante un pueblo que esperaba una manifestación mesiánica política contra el poder romano. Jesús sin embargo insiste en un Reino como presencia de Dios en el corazón del hombre, sin que eso quiera decir que el Reino sea pura interioridad sino que se traduce en una nueva vida, que se expresa en alta fraternidad y en el perdón aún a los enemigos.2
Se parte, en este ensayo, del análisis de nuestro contexto de vida como principio de discernimiento:


Contexto económico-político-cultural3
En el ámbito mundial la economía en la presente etapa neoliberal, está en manos de un puñado de monopolios financieros que hacen de los Estados nacionales la garantía de su autonomía y de su total libertad de movimientos, haciendo de los intentos gubernamentales de “regulación” meros compases infructuosos que dan continuidad a una nueva y desbocada acumulación de “ganancias”.

Por su parte, los grandes monopolios y en general todas las empresas que compiten en el mercado accionario no cesan de reducir sus costos de producción principalmente con la reducción de salarios y prestaciones a los trabajadores, cómo es el caso de la reforma Laboral en México, imponiendo cada vez a un menor número de empleados formas de explotación con base en “multitareas” para cada puesto de trabajo. Mantienen al alza continua su acumulación de capital soportada en especulación financiera y el control del mercado de alimentos y de químicos que imponen a la población a precios sin ningún control de gobierno alguno. En forma similar, con muy superiores “ganancias”, sustentan el comercio de armas, el narcotráfico y el lavado de dinero. Se trata en el fondo de una condición de absoluta falta de ética donde la perversión de la avaricia y la codicia a niveles extremos son el motor del crecimiento de sus “valores” accionarios, a cambio de la miseria y muerte de millones de seres humanos.

En el ámbito nacional vivimos en el México el dominio de los monopolios industriales y financieros norteamericanos en prácticamente la totalidad de las actividades económicas, bancarias, territoriales, etc, propiciado por los gobiernos mexicanos que han entregado nuestro país al extranjero y se dedicaron a poseer industrias paraestatales como la electricidad y el petróleo que lejos de significar una independencia y fortalecimiento de nuestra economía interna, se han puesto al servicio del subsidio a las trasnacionales y se convirtieron en fuente de enriquecimiento y corrupción de los funcionarios estatales.

Para garantizar su dominio social los gobiernos en México se han valido de una serie de aparatos corporativos que abarcan prácticamente todas las áreas del trabajo, principalmente en la laboral y profesional. La mayoría de los sindicatos que agrupan y controlan a la masa laboral en México no fueron creados por los trabajadores sino por el propio gobierno. Estos sindicatos, amparados en una ley laboral corporativa todavía vigente, controlan las plazas laborales sin exigir una cultura de responsabilidad y trabajo, sino condicionadas al sometimiento a los líderes de tal forma que estos se constituyen en factor de sustentación política de los propios gobiernos asegurándoles la docilidad de la clase laboral. Así, la corrupción de la cúpula burocrática permea a los trabajadores quienes por un trabajo mejor pagado se convierten en incondicionales de sus líderes y se corrompen también, trabajando lo menos posible para la institución.

En este ámbito de tan alta corrupción burocrático-corporativa se considera inviable impulsar con éxito en el ámbito político un cambio inmediato porque están de por medio no solo los ingresos indiscriminados de los funcionarios públicos sino su adicción al poder que se disputan con todo tipo de luchas intestinas al interior de los diferentes niveles del poder público.



Contexto Eclesial Mundial y Nacional4
El Concilio Vaticano II rompió con una época teológica marcada por la monarquía solitaria pontificia, a favor de otra más sinodal y colegial. Se propuso que fuera un Concilio pastoral y no dogmático, que dialogara con el mundo y con las religiones, además del ecumenismo cristiano que fueron los ejes del Vaticano II.
Sin embargo en la etapa postconciliar, la existencia de estructuras de pecado en la sociedad y en la propia iglesia se imponen de tal forma que resulta difícil asumir a esta iglesia real como querida por Dios y sujeto de la historia de salvación. Los escándalos eclesiásticos hacen mella en la opinión pública y dificultan la aceptación de la comunidad real de pertenencia.

La fe se socializa y se eclesializa, es mediatizada por instituciones, sacramentos y el mismo derecho. Aceptando esta realidad, sin embargo, el Concilio Vaticano II nos abre a otras dimensiones. Somos conscientes que no siempre los intereses eclesiásticos coinciden con los del reino y peor aun si, además, se identifica la Iglesia solamente con la jerarquía. Por ello no nos es permitido absolutizar de forma abstracta la mediación eclesial, como si la obra de Cristo fuera sin más la Iglesia y no la instauración del reinado de Dios en la sociedad.
Al final del Concilio un grupo significativo firmó un compromiso que le llamó “Pacto de catacumbas” en el que optaban por una vida más pobre y sencilla y al servicio de los pobres de esta tierra, apartándose de dignidades y privilegios eclesiásticos.

El Concilio Vaticano I había agudizado el problema al definir el primado del papa y su infalibilidad, sin establecer contrapesos episcopales. Había que apoyarse en el papa ante cualquier conflicto de tipo político, piénsese por ejemplo en los concordatos que se firmaban pasando por encima de los obispos. A ello hay que agregar la política de nombramientos eclesiales en el siglo XIX hasta principios del XX, sobre todo en el Pontificado de Pio X y el paralelismo de la Iglesia con el Estado; favorecía el nombramiento de obispos de probada sumisión a la Santa Sede y se favorecía también, a la par, el desarrollo de las carreras eclesiásticas que promovía más bien a funcionarios de las varias congregaciones romanas. Los cardenales, por ejemplo, son considerados príncipes de sangre, con el título de Eminencia.

Al papado se le ve como una institución identificada con las corrientes más conservadoras y las instancias más tradicionales de la Iglesia marcadas por un tipo de dirigismo monárquico y el afianzamiento de la autoridad, con conceptos muy verticalistas de la misma, aunque el lenguaje se haya vuelto más ministerial y comunitario.

Además, “una Iglesia de los pobres, para que sea la Iglesia de todos”, en palabras de Juan XXIII, exige la renuncia a la tentación de una iglesia del poder. En la perspectiva del Concilio Vaticano II, urge para nuestro tiempo una Iglesia signo antes que de fuerza y poder, una Iglesia testimonial, para que el Evangelio sea creíble; una Iglesia que renuncie a la tentación de disputa del mercado religioso y acepte ser minoría o resto, si fuera preciso, para no perder su vocación profética. En otras palabras, más allá del discurso, el contexto actual exige que la Iglesia se coloque dentro del mundo de los excluidos, siendo solidaria con ellos y, así, continúe actualizando en la historia la parcialidad de Dios frente al pobre, al sufrimiento del justo y del inocente. Nuestro contexto exige el testimonio de una Iglesia que, además del sujeto social, asuma también el lugar social de los pobres y de los mártires de las causas sociales, que son el principal patrimonio de la Iglesia en América Latina y el Caribe, lo que daría un gran impulso a la Nueva Evangelización en el continente.

En resumen, es preciso conectar salvación, tanto con las aspiraciones y necesidades reales de las personas, como con las grandes causas de los pueblos, para que el destino del Pueblo de Dios se inserte en el destino de la humanidad como un todo. Eso exige hacer del pluralismo un presupuesto, sobre todo dentro de la Iglesia, que se traduzca en pluralismo teológico, litúrgico y disciplinario. En América Latina y el Caribe, para que indígenas y afroamericanos, por ejemplo, se sientan más Iglesia, el cristianismo necesita reformular, desde sus matrices culturales, el lenguaje, los ritos, las estructuras, o sea, la configuración histórica de la Iglesia.

Este ‘rostro propio’ de la Iglesia en América Latina, preconizado por Medellin y Puebla, depende de una legítima y sana autonomía de las Iglesias Locales, dentro de los parámetros de la solicitud pastoral de la colegialidad episcopal. Una eclesiología pluriforme aboga por Iglesias encarnadas en la diversidad de sus culturas y en el respeto y diálogo con las expresiones religiosas presentes. Es una cuestión de acogida y respeto a la obra de Dios, operada en el Espíritu, en el corazón de todas las culturas y religiones, que el cristianismo viene a redimensionar y plenificar –pero jamás a suprimir– con la Buena Nueva de Jesús de Nazaret. Las Iglesias Locales, con su obispo al frente, rompiendo con mimetismos eurocentristas o romanizantes, están llamadas en esta hora difícil de los pueblos de América Latina y el Caribe, a ejercitar la creatividad y a arriesgarse por los pobres y excluidos. No de modo aventurero y solitario, sino solidario, no descuidando el discernimiento y la investigación, el debate y la escucha del Espíritu, en la búsqueda de las respuestas impostergables a las legítimas preguntas de los que, desde los sótanos de la humanidad, levantan su voz. Salvar multitudes, mediante una lógica inclusiva y solidaria del Evangelio de la cual la Iglesia es depositaria.

Se trata de que un nuevo pentecostés bajo la acción del Espíritu se haga presente en América Latina y en nuestro México sin descuidar la acción pastoral impostergable a favor de los pobres.5

Misión de los laicos hacia los pobres en el contexto actual de México
Los laicos agrupados en las mas diversas formas comunitarias constituimos una esperanza en el surgimiento del acontecer del Reino en nuestro Siglo XXI como lo fueron las primeras comunidades cristianas tras la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.6
Cabe reflexionar sobre la importancia de nuestro accionar y la consecuente responsabilidad misionera que tenemos en los actuales momentos aciagos del mundo.
Al unir nuestros esfuerzos al campo sacerdotal, bajo una estrategia que concentre y multiplique los resultados actuales de la economía solidaria, vivencia fraternal, lucha por la justicia, defensa de los derechos humanos y de la tierra, podremos lograr para la inmensa mayoría de los pobres y marginados la salvación en el aquí y el ahora ante la opresión y sufrimiento que prevalece; luchar por la construcción del Reino les hará ver y sentir la Buena Noticia traída a nosotros por Jesús que será impulsada por el Espíritu en la Nueva Evangelización que esta por comenzar en el Año de la Fe.

Las Comunidades mas diversas de laicos son un nuevo modo de ser Iglesia. Desde ahí desde donde el pueblo se juega la vida pueden realizarse prácticas y enseñanzas cercanas a las del Jesús.

El seguimiento de la opción de Jesús por los pobres no será optativa sino una forma de vida cotidiana a favor de los humillados. La transmisión de la fe a partir de la Escritura toma en cuenta toda la variedad que en nuestra sociedad se presenta en cuanto a clase, género, grupos urbanos, sectores emergentes así como los sectores rurales y campesinos que rodean a los centros urbanos. En todos los casos respetando sus propias tradiciones y formas de inculturización.

La misión de las Comunidades laicales tiene su origen en la renovación postconciliar. En estas comunidades se logra un espacio de comunicación vivencial, en el que hay una comunicación de la fe, un reforzamiento de la identidad cristiana y una cohesión grupal, rasgos que no son tan frecuentes en las celebraciones oficiales.

En este fenómeno comunitario, se ponen en primer plano las relaciones interpersonales de sus miembros, logrando cohesión e identidad grupal. Se constituyen como “pequeñas iglesias”, inculturizadas, en las que es posible tener experiencias religiosas mucho más cercanas y concretas, que las que ofrece la gran Iglesia. En las que tiene una importancia central la celebración litúrgica en la que se pone el acento en la participación de todos, en la comunicación a través de símbolos, textos, prácticas comprensibles y socialmente significativas. Es toda la comunidad la que celebra, en contraste con el clericalismo de los cultos oficiales.

Un riesgo previsible es que las Comunidades que surgen pueden tender a aislarse del resto de los cristianos, para reclamar su propia autonomía. Hay en algunas comunidades una reacción antijerárquica con una laicidad antiministerial expresada en formas litúrgicas que rompen la comunión eclesial. Se debe intentar mas bien un esfuerzo pastoral creativo que asuma la inculturación y la adaptación a diversos grupos, culturas y necesidades en la celebración de los sacramentos en particular y también en la predicación.

Se trata de un compromiso profético-político que no solo incluya la defensa de los derechos humanos ante el poder establecido sino la solidaridad y lucha contra la injusticia junto a todos los grupos sociales del pueblo oprimido

El objetivo estratégico de transformación social que asuman las comunidades de laicos las llevará a constituirse en una masa social crítica que, unidas a las mas diversas organizaciones sociales, las lleve a una acción de exigencia pacífica que logre la justicia y la paz como sustento óptimo de la Nueva Evangelización. De acuerdo al camino marcado por Jesús, no se trata de buscar determinada forma estructural de gobierno, sino asegurar una forma de vida suficiente y sustentable para los pobres de México y del mundo mediante las diversas formas de subsidiariedad que deberán ser apoyadas por las instancias gubernamentales y empresariales.

En México, están en camino en forma incipiente, las más variadas formas de Comercio Justo y Economía de Comunión,7 que desde el punto de vista del presente ensayo, pueden y deben estar precedidas por formas comunitarias de sobrevivencia que le den una autonomía y fuerza propia a las comunidades que las mantenga ajenas al clientelismo político, corporativismo y supeditación a todas las formas posibles de la autoridad gubernamental y los representantes del capitalismo neoliberal.

Como fundamento papal del presente ensayo, misionero se presenta el discurso del Beato Juan Pablo II pronunciado en la favela dos Alegados, Brasil en 1980.8
Ustedes tienen conciencia de no ser solo objeto de beneficencia, sino personas activas en la construcción del propio destino y de la propia vida.
Ustedes deben luchar por la vida, hacer todo lo posible por mejorar las propias condiciones en que viven, es un deber sagrado, porque es también la voluntad de Dios, No digan que es voluntad de Dios que ustedes permanezcan en una situación de pobreza, enfermedad, en una mala vivienda, contraria muchas veces a su dignidad de personas humanas. No digan: “Es Dios quien lo quiere”. Sé que esto no depende solo de ustedes. No ignoro que otros deberán hacer mucho para poner fin a las malas condiciones que les afligen o para mejorarlas. Pero ustedes deben ser siempre los primeros en hacer mejor su vida en todos los aspectos. Desear superar las malas condiciones, darse la mano unos a otros para buscar juntos mejores días; no esperar todo de fuera, sino comenzar a hacer todo lo posible, procurar instruirse para tener más posibilidades de mejorar; estos son algunos pasos importantes en su camino.

Para lograr lo anterior en forma inmediata son indispensables las diversas formas solidarias de convivencia comunitaria de acuerdo al siguiente Plan Básico de Auto organización para la Sobre vivencia en las Comunidades:9

Economía Solidaria
*Impulsar la comercialización directa de productos del campo, estableciendo relación con los productores, garantizando los precios más bajos y una ganancia para quienes se sumen a estos proyectos, además de compras en común de productos industriales, para obtener ganancias justas abaratando las mercancías.
*Impulso de talleres productivos de todo tipo, así como de mecanismos de comercialización directa a los consumidores. Apoyarse en recursos propios e incluso en los raquíticos créditos del gobierno para comenzar a trabajar.
*Promover pequeñas empresas familiares y comunitarias basadas en la inversión de emigrantes, a fin de que éstos y sus familias tengan empleo a su regreso del país en que actualmente residan.
*Crear asociaciones de trabajadores por gremio, a fin de solicitar la realización de las obras comunitarias o particulares de manera integral: albañiles, plomeros, electricistas, etc.
* Para garantizar la sobrevivencia en las colonias y poblaciones más pobres, impulsar la “invasión verde” de todos los espacios comunitarios susceptibles de ser sembrados con hortalizas, verduras y árboles frutales para mejorar la alimentación, sembrando en jardines, camellones, y las orillas de los cerros, o en las azoteas de las casas, según las condiciones.
*Instalación de viveros para la reproducción de las plantas y árboles necesarios, así como producción de composta utilizando residuos orgánicos para mejorar la calidad de la tierra.
*En donde haya condiciones para ello, impulsar crianza de animales, como conejos, borregos (la alimentación de éstos prácticamente no cuesta nada si se usan los residuos verdes de los mercados y algunos de cocina que normalmente se van a la basura); peces, abejas, etc., dependiendo de la región y condiciones.

Promoción y defensa de los derechos humanos
*Organizar la defensa con apoyo legal autorizado.
*Comprometer la participación consciente y organizada de las personas afectadas.
*Respaldar críticamente a otros grupos que requieran solidaridad

Medicina Alternativa
*Formar grupos de personas con conocimientos y experiencia en medicina alternativa con apoyo voluntario de médicos y pasantes para la atención de las enfermedades que sean posibles de tratar con los conocimientos y recursos propios.

A modo de conclusión
En el contexto de la globalización neoliberal predomina la lógica de la exclusión del otro en cuanto diferente, cultural o religiosamente hablando. Si bien propiamente ya no hay ‘tercer mundo’ –no porque hubiéramos ascendido al primero, sino simplemente por falta del segundo–, continúa habiendo un centro hegemónico y una periferia excluida, tanto en el plano social como en el eclesial. En la esfera eclesial, dificultades muy concretas en torno a realidades vitales para la Iglesia en América Latina, comprueban la manutención de esta óptica: la desautorización, aunque más en la práctica que en el discurso, de una “teología latinoamericana”, diferente de la única central y hegemónica; la frecuente matización y adjetivación de la opción por los pobres, la falta de apertura en la perspectiva de una mayor inculturación de la liturgia, de la creación de nuevos ministerios laicales, de un reconocimiento de la participación más efectiva de las mujeres, etc. y de la gestación de un respeto y acogida de las diferencias, en el pluralismo como un presupuesto para pensar las identidades y los sujetos,. Entre tanto, es en el seno de la historia que la Iglesia necesita ser mediación de la salvación de todo el género humano, no sólo caminando con ella, sino también interactuando y contribuyendo en la definición de los rumbos de la humanidad. Si, desde el primer momento, la Iglesia hubiese estado sintonizada con la modernidad, con espíritu de diálogo, servicio y profetismo, renunciando a cualquier postura apologética, ciertamente muchos de los equívocos y exasperaciones del proyecto civilizador moderno habrían sido redimensionados o evitados.
En esta perspectiva, para que el cristianismo recupere su fascinación, se requiere una práctica eclesial de un auténtico humanismo, abierto y comprometido con la defensa y promoción de la vida, tanto dentro como fuera de la Iglesia. La concepción de Medellín, concibiendo la salvación como ‘pasaje de situaciones menos humanas, a más humanas’, reivindica un cristianismo más cuidadoso de la vida, más ecológico, más femenino, más pluricultural y plurirreligioso, más democrático. En resumen, es preciso conectar salvación, tanto con las aspiraciones y necesidades reales de las personas, como con las grandes causas de los pueblos, por cuanto el destino misionero del Pueblo de Dios se inserte en el destino de toda la humanidad.

Bibliografía de Documentos utilizados:

Diplomado de Ética y Cambio Social. Módulos 1 a 3 (referencias indicadas en el Texto)
Compendio de la Doctrina Social Cristiana. Conferencia del Epsicopado Mexicano.
Nueva Biblia de Jerusalén.
Eclesiología y Secularismo. Síntesis del libro de Juan Antonio
Estrada. El Cristianismo en una Sociedad Laica. P.Manolo Rubín de Celis msps.
Ensayos diversos. (referencias indicadas en el Texto).Enrique Fregoso Ramos




Enrique Fregoso Ramos
Diplomado de Etica y Cambio Social, Imdosoc.
frelom@prodigy.net.mx
octubre/2012




1 Cfr. Diplomado Etica y Cambio Social. Enseñanza social del Episcopado Mexicano. Lic Juan José Medeiros

2 Cfr. Diplomado Etica y Cambio Social. Lo social en el Nuevo Testamento. Pbro. Miguel Angel Ledezma

3 Cfr. La Nueva Evangelización y el Cambio Social. Enrique Fregoso

4 Cfr. Eclesiología y Secularismo. Síntesis del libro de Juan Antonio
Estrada. El Cristianismo en una Sociedad Laica. P.Manolo Rubín de Celis msps.

5 Diplomado Etica y Cambio Social. Vivencia de la Doctrina Social Cristiana. Pastorsl Integral y sus concreciones comunitarias. Sebastián Mier sj

6 Evangelio según San Lucas. Hechos de los Apóstoles. Lc.2,42-46

7 Diplomado Etica y Cambio Social. Vivencias de la Doctrina Social Cristiana. Comercio Justo y Economía de Comunión. Mtra. Nayeli Manano Sánxhez, Lic Juan José Medeiros


8 Diplomado Etica y Cambio Social. Elementos de la Dcotrina Social Cristiana. Pbro. Dr. Eduardo Bonini Barceló, Sch.

9 Auto organización para la Sobre vivencia. Plan de Trabajo. Enrique Fregoso Ramos

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