La elección de un
nuevo Papa…
Cada elección de un
sucesor de Pedro tiene sus propias circunstancias. La renuncia de
Benedicto XVI sorprendió al mundo. Y nos dejó a los cristianos una
sensación de paz y libertad. No renunciaba por presiones de fuerzas
exteriores, o por influencia de grupos intraeclesiales, o por haber
contraído algún mal o enfermedad irreversible que lo pusiera fuera
de circulación…sino con lucidez y serenidad, reconociendo sus
limitaciones para timonear la Iglesia, dando ocasión así a un
proceso sereno, preparado, pero al mismo tiempo cargado de
expectativas, no sólo en la Iglesia sino en el mundo entero. Por
algo fue la noticia del tiempo presente…
Los días del Cónclave
comenzaron su rutina, aparecieron nombres de supuestos candidatos (el
poder mediático utilizó al máximo el acontecimiento…), y también
los cristianos del mundo expresaban sus deseos de cómo querrían que
fuese el próximo Papa. No sólo eso, sino también soñando qué
nuevo estilo tendría que adoptar la Iglesia de Jesús que camina en
la Iglesia concreta, junto a otros grupos, movimientos y comunidades
eclesiales que siguen a Jesús como su Señor…
La lógica previsible
fue quebrada una vez más por la rápida elección del nuevo Papa.
Alguien que no figuraba en las estadísticas, o en todo caso, que
solo aparecía como quien podía acercar posiciones, colaborando,
como siempre, desde la sencillez del segundo plano…Cualquiera que
conoce bien a Jorge Mario Bergoglio diría que no estaba seguramente
en el querer suyo ser Papa, en todo caso, como cristiano y jesuita,
siempre dispuesto a lo que el Señor suscitara. Y así se percibió
en su rostro: sereno, confiado, mirando su grey, de Roma y del mundo
entero…
Primero, pidió por el
Papa anterior: oró con sencillez, la oración de los pobres y
sencillos: padrenuestro, avemaría y gloria…como suele orar el
pueblo fiel, sin grandiosidades, alimentándose con la Palabra de
Jesús el Señor y la fe de la Iglesia peregrina…
Tuvo también palabras
de agradecimiento por la acogida del pueblo y los invitó a orar y
trabajar por la fraternidad en el mundo…ES que la comunidad
seguidora de Jesús se distingue por el amor, las relaciones nuevas,
la acogida y la solidaridad, tal como él mismo ha intentado encarnar
en su vida…
Luego un gesto común
en él pero no por eso menos profético: pidió que oraran por él
antes de dar su bendición, como recibiendo su compañía e
intercesión, y habilitándose así para bendecir a todos…Sólo
entonces, su bendición.
Finalmente, se
despidió, deseando las buenas noches, y anticipando que iría a
saludar a la Virgen al día siguiente…
Francisco
es su nombre, como el de Asís, simple, evangélico…Para
reconstruir la iglesia en la sencillez, pero también con gestos
concretos. Como cuando tomaba un bus o un taxi o el metro en la
ciudad de Buenos Aires para trasladarse. O como cuando alguna vez nos
dijo a los misioneros claretianos de Argentina y Uruguay, terminando
una celebración por nuestros 100 años en estas tierras: “Sigan la
fiesta, que vale la pena celebrar. Y no se preocupen por mí, que yo
me las arreglo para llegar a casa”, frente a nuestra insistencia
por acercarlo…
Lo hemos visto caminar
por las villas, junto a sus curas, como cuando caminó acompañando
los restos del P. Daniel De la Sierra, que del cementerio de Flores,
era trasladado a la capilla de su comunidad por una multitud
inmensa…o acompañando a la gente en las plazas, en momentos de
misión popular, animando a los misioneros a salir de las Iglesias
para ganar la calle…o cuando llamaba a alguien que lo había estado
buscando, sorprendiéndote con su voz y cercanía…
No sabemos qué será
de su vida ni su influencia en la Iglesia, pero intuimos un nuevo
espíritu, más simple, más cordial, más cercano a la vida de la
humanidad…
Cuando a los 76 años
pensaba en retirarse, el Señor lo invitó a seguir la misión, en
otra imposible de comparar con las anteriores. Como le sucedió a
Abraham…como le sucedió a Pedro:” confirma a tus hermanos”. Y
en su rostro, más allá de las palabras, adivinamos su respuesta.
“Señor, tú sabes que te amo…” “Aquí estoy”.
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