Dios está…
(Lecturas del 5 domingo de Pascua Ciclo C)
Hemos
aprendido los mayores que Dios está en todas partes, en todo lugar, en el cielo
y la tierra, y “todo lo ve”, pero no hemos aprendido quizás suficientemente lo
que nos dice Jesús en el Evangelio hoy: “Si alguno me ama, si hace suya mi
palabra, si la tiene en su corazón y en su vida, será un lugar de Dios, una
morada de Dios, será presencia de Dios en el mundo. El Padre y yo habitaremos en
él.” Es decir: Dios se hace presente en el mundo cuando vivimos en el amor (en
este mundo tan desalmado a veces, tan demoníaco en sus formas de violencia,
odios, injusticias…Allí, Dios está: en los pequeños y grandes compromisos por el
amor verdadero).
Y esto es hermoso, porque
cuando Dios está en el mundo y nos bendice su amor todo es distinto, como dice
el Apocalipsis todo es luz: “No necesita la luz del sol o de la luna, porque la
gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera” (Apoc. 21).
La comunidad cristiana es un
espacio privilegiado donde se comparte la Palabra de Jesús, en familia, para
hacerla presente en nosotros, aprender a discernirla, darle concreción en cada
tiempo, celebrarla como Palabra de vida… no es para llenar la cabeza de
conocimientos solamente ( aunque sea preciso usar la inteligencia y el
conocimiento para entender bien lo que Jesús quiso decir-nos), no es para perder
tiempo sino para ganarlo para la vida, una inversión a largo plazo…(entre tantas
cosas urgentes: comida, vestido, etc. etc. vemos lo importante), no es tampoco
solo un lugar de culto (eso puede aplicarse al templo) sino una manera de
aprender a vivir y relacionarnos, según los criterios de Jesús, no sólo entre
quienes estamos (que a veces ni nos relacionamos…), sino también con las otras
personas, grupos, la sociedad, etc.. Entonces sí es Palabra de Jesús, es Palabra
de Dios, y no sonidos vacíos…Y la Palabra tiene fuerza para crear
esto.
Entonces,
cuando experimentamos que Dios ilumina la vida y le da sentido, cuando su
Palabra nos da paz, cuando su amor nos llena el corazón, sentimos la necesidad
de ofrecerlo y compartirlo con los demás como buena noticia. Eso es la
Evangelización, que es el anuncio gozoso de alguien: Jesús, su persona, su vida,
sus palabras…contagiar entusiasmo porque nos sentimos plenos en Dios.
Los
Hechos de los Apóstoles, comentan que estos van de un lado al otro,
evangelizando, llevan la palabra de Jesús, porque lo sentían vivo, resucitado, y
esto les llenó de alegría el corazón, y de sentido sus vidas, de tal manera que
lo ponen como prioridad de sus vidas. Pero se encuentran con nuevos problemas:
¿qué hacer? Se reúnen, comparten, buscan: y cuando hacen esto, encuentran
caminos de evangelización. (Qué se debe pedir a los paganos, y qué no). Jesús no
dejó una receta para todos los tiempos; nos dejó su Espíritu que nos ayudará a
ser fieles a El. Y la Iglesia, la comunidad cristiana, sigue buscando fidelidad
a Jesús y su palabra para cada tiempo y necesidad.
Cada cristiano/a, cada
comunidad, la comunidad Iglesia está llamada a ser ese lugar de presencia viva
de Dios, que aliente otras presencias, porque Dios es más que la Iglesia…pero la
alegría de los cristianos es ser un signo de ella, darle un nombre, y celebrar
que Dios no se va. Siempre está.
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