¿NOS
ATREVERÍAMOS A HACER ALGUNOS CAMBIOS EN LA LITURGIA PENSANDO EN LA
EVANGELIZACIÓN DE NUESTRO PUEBLO?
Algunas
preguntas mordientes…
Introducción.
Pensando en las puertas que
ha ido abriendo el Papa Francisco, quiero pensar que también va a abrir algunas
puertas en relación con la Liturgia.
Desde el Concilio Vaticano II
la Celebración de la Eucaristía y en general la Liturgia ha recibido un aire
nuevo y un inmenso impulso renovador
antes impensable. Un primer cambio fundamental fue el poder celebrar en la
Lengua propia de cada lugar.
La invitación Conciliar a la participación activa,
consciente y piadosa en las Celebraciones se ha concretado de muy diversas
maneras, una de ellas es en la música y canto de las celebraciones. Otro cambio
ligado a otros aires renovadores del Concilio es el de la predicación más
bíblica y menos moralizante. Sin embargo podemos preguntarnos si no nos hemos detenido a medio camino y si no
hemos caído en la Rutina. ¿Nuestras Celebraciones son en verdad una Liturgia
viva, encarnada y expresión de una Fe comprometida? O ¿seguimos atados a un
ritualismo y a la imposibilidad de hacer aunque sea pequeños creativos cambios?
¿Nuestra Liturgia es tan universal y uniforme que se vuelve algo casi abstracto
alejada de la vida concreta de nuestro Pueblo?¿No se puede aplicar a nuestras
Celebraciones lo que decía el Papa Paulo
VI al final de la 2ª. Etapa del Concilio que un grave mal de nuestro tiempo es
la separación, el divorcio entre la Fe y la Vida. ¿Es también un grave mal de nuestro
tiempo la separación o el divorcio entre la Liturgia y la Vida?
Dentro de los cambios que convendría hacer en la Liturgia
para avanzar en la línea que nos señala el Concilio Vaticano II, y en los
gestos de cercanía con el Pueblo con que se ha ido comunicando el Papa
Francisco, sería bueno ir cambiando algunas de las fórmulas tradicionales de la
Liturgia que dan una visión distorsionada del Dios que nos revela Jesús.
Para entender por qué hablo de la necesidad de hacer algunos
cambios en las formulaciones litúrgicas, les pido que pensemos en estos cambios de cara a la gran cantidad de
católicos que casi su único contacto con el mensaje de Jesús, es la Misa
Dominical. En la práctica ese para ellos es el único espacio en que de alguna
manera van formando su visión de Dios, del mensaje de Jesús, del pecado y del
perdón etc. Por eso mi pregunta es en el modo como celebramos la Eucaristía
¿Qué mensaje están recibiendo? No en teoría, ni solo por la predicación,
nuestra celebración ¿es una invitación a recibir la Buena Noticia de Jesús?
¿Despierta la confianza en Dios nuestro Padre querido y en su perdón, quita los
miedos, enciende la alegría y el deseo de Dios y su Reino de amor, justicia y
solidaridad? Para esos católicos de domingo les
queda claro y sentido que Dios es Padre Misericordioso y Dios de todo
Consuelo ( 2ª.Cor) y que Jesús es nuestro hermano y que su sueño y pasión por
el Reino de Dios, es por una Vida Digna especialmente para los más pobres y
excluidos?
Veamos algunos ejemplos de algunas fórmulas litúrgicas que convendría
cambiar si nos atreviéramos a hacerlo sin por ello sentir que cometemos una falta grave. Y ojalá lo hiciéramos
para estar más de acuerdo con el espíritu de Jesús y para así responder a la necesaria
y adecuada evangelización que nuestro Pueblo espera y a la cual tiene derecho.
Veamos algunos
ejemplos concretos de esto que voy
planteando.
a) Si
pensamos en las palabras de la Consagración, obviamente no son una
fórmula mágica. Aun antes de la aprobación Conciliar en Chile la Misa ya se
celebraba en español-autorizado esto por los Obispos y por Roma, pero las
palabras de la Consagración tenían que ser en Latín.
Desde 1966 y 1969 se autorizó
entre nosotros la Celebración en español, pero en las palabras de la
Consagración se tenía que utilizar el vosotros y no el ustedes. Y ahora después de tantos años
viene desde Roma la autorización de emplear el Ustedes…y tuvo que venir desde
Roma. Pero además se pone una traducción – creo que literal del latín- donde se
nos dice que hay que decir: La Sangre derramada por “muchos”, en lugar de por “todos”
o por la humanidad.
En traducciones serias de la
Biblia, se dice que eso es un modismo que en realidad equivale a todos. Pero
aun prescindiendo de esa explicación ¿quién de nosotros se atrevería a afirmar
que Jesús no entregó su vida por todos, sino solo por muchos? ¿Eso
predicaríamos y enseñaríamos en el catecismo? Y ¿Quiénes son esos muchos?
¿nosotros? o ¿los católicos devotos?.Se podrían citar muchos estudios bíblicos
que analizan muchos pasajes bíblicos que nos hablan de la salvación universal. En ese sentido la
interpretación de “por muchos.” hay que verla en ese contexto, y no como un texto aislado de discutible
interpretación. Se puede consultar al respecto un estudio amplio y bien documentado de Noé Soto Valdez sobre la Universalidad de
la Salvación de Cristo (pueden ver el resumen de este artículo en el No. 199
-2011de Selecciones de Teología)
b) Lo
central en la vida Cristiana es el Seguimiento de Jesús en la construcción del
Reino. Me pregunto y podemos preguntarnos ¿Cómo está presente el Seguimiento
de Jesús y su pasión por el Reino en las
fórmulas oficiales de la Liturgia y en el modo como celebramos la Eucaristía? Creo
que excepto en el Padre Nuestro, no se menciona el Reino de Dios en el Ritual
de la Misa.
c)
La proclama tan importante: Con Cristo,
con El y por El…a ti Dios Padre Omnipotente todo honor y toda Gloria ¿No sería mejor en el espíritu de Jesús y
como proclama Pablo en la 2ª.Corintios, decir: a Ti Dios Padre Misericordioso y
Dios de todo Consuelo ¿Cuándo habló Jesús en esos términos de Padre
Omnipotente? Y ya que toqué este punto
me pregunto ¿nos atrevemos a decir en las celebraciones: Dios Padre-Madre?, y
en lugar de Todopoderoso, ¿podríamos proclamar Dios Padre-Madre Todo Amoroso?
Tal vez les parecerá que exagero, y puede ser exageración, pero es bueno decir lo
que pensamos, ventilar diversos puntos de vista
y aun atrevernos a ponerlo por escrito.
Respecto
al “todo honor y toda Gloria” es bueno tener presente que cuando Jesús nos
habla de la Gloria del Padre nos dice
que consiste en que seamos auténticos
discípulos suyos (Jn 15). Y en el espíritu del Magnificat, Mns. Romero
proclama: La Gloria de Dios consiste en que los pobres tengan vida
transformando lo que Sn. Ireneo proclamó en el siglo II – La Gloria de Dios
consiste en que los hombres (hoy diríamos: los hombres y mujeres) tengan vida. Este modo de entender
evangélicamente la Gloria de Dios ¿cómo lo expresamos en la Celebración de la
Eucaristía?
d) La Formulación del Credo que es un punto
muy delicado de tocar, pero que no podemos dejar de lado. Como bien decían varios santos padres y
como el teólogo y canónigo González Ruiz sintetizó en una frase, Creer es
comprometerse-obviamente según el Reino de Dios. Pero-perdonen de nuevo el
atrevimiento- tal como está formulado el Credo que proclamamos en las
Eucaristías, aunque sin duda es verdadero y tiene una larga historia en la vida
de la Iglesia sobre todo por las controversias teológicas y para rechazar o
condenar las herejías. ¿A qué nos compromete y qué tiene que ver con nuestra vida concreta?
Pensando
en la realidad eclesial y que muchos católicos no va ni va a ir a Catecismo, ni
a talleres de formación y que casi su única referencia es la Misa, la formulación
del Credo que actualmente proclamamos ¿Qué mensaje les deja y qué omisiones
importantes tiene? Si proclamamos-lo que es cierto: Creo en Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra ¿Dónde queda el Padre
Misericordioso y el Dios de todo consuelo que proclama Pablo? ¿Dónde queda Dios
Amor de que nos habla Juan en su carta? ¿Dónde queda el Abba, Padre querido
como invocaba Jesús?
De paso
les digo que unas 6 veces se habla en las fórmulas litúrgicas de Dios
“Todopoderoso” o de Dios “Omnipotente” Esa insistencia ¿la hallamos en el
Evangelio? En sus tentaciones mesiánicas Jesús rechaza expresamente la
tentación del poder. Jesús entra a Jerusalén en un burrito, no en coche y
grandes caballos como los poderosos de su tiempo. Jesús camino de Jerusalén y
en la Última Cena critica esa ansia de poder de los discípulos y critica a los
reyes que oprimen a los pueblos, se sienten sus dueños y todavía quieren que
los llamen bienhechores. Que no sea así entre ustedes, advierte Jesús a los
discípulos. En ese contexto y en el contexto del uso y abuso del poder que se
da en la familia, grupo, cooperativa, gobierno etc…¿Es conveniente o tiene
sentido subrayar tanto al hablar de Dios, el decir que es Todopoderoso?
En un
sentido semejante al referirnos a Dios, en el Yo confieso ante Dios
Todopoderoso, eso más bien nos daría miedo. Es muy distinto si nos confesamos
ante Dios nuestro Padre Misericordioso tal como nos lo muestra Jesús en la
Parábola llamada del Hijo Pródigo.
Al
proclamar nuestra Fe en Jesús- en esa formulación del Credo, aun diciendo
verdades muy verdaderas, al común de los mortales se nos atora entender el
“descendió a los infiernos”. Y sobre todo nos preocupa que su Misión
Misericordiosa, su compasión salvadora allí no aparece, y sí se subraya el que
ha de venir a Juzgar a vivos y muertos. Algo fundamental en la vida y
predicación de Jesús es el Reino de Dios, y esto no aparece en el Credo que
proclamamos cada domingo. Y nuestra fe en el Espíritu Santo, se proclama
simplemente “Creo en el Espíritu Santo” y no alcanza allí ni siquiera un
adjetivo o algo que indique su Misión como nos la anuncia Jesús en el Evangelio
y proclaman los apóstoles desde su predicación en Pentecostés.
e) Al invitar a orar antes del Prefacio
decimos: Oremos hermanos para que este sacrificio mío y de ustedes sea
agradable a Dios “Todopoderoso” para nuestro bien y el de toda su santa
Iglesia. ¿No sería mejor
decir sea agradable a Dios que es Amor, o a Dios nuestro Padre querido? Me
pregunto ¿en qué pasaje del Evangelio Jesús nos dice que invoquemos a Dios como
Todopoderoso? Y en lugar de terminar diciendo que sea para bien de su santa
iglesia ¿no sería mejor decir para bien de toda la humanidad? O al menos
podríamos decir para bien de su santa Iglesia y de toda la humanidad. Son detalles,
podrán decir, pero reflejan un espíritu, una teología y una mentalidad. Y
reflejan también una práctica y un enfoque de nuestra pastoral.
f) Repetidamente pedir perdón. Me pregunto ¿por qué tantas veces en la
Misa (al menos 9 veces) - pedimos perdón? Parecería que habría que
arrancarle el perdón a Dios, pero el Evangelio nos habla que al Padre se le
conmueven las entrañas y es el primero que corre a abrazar al hijo y darle su
perdón. ¿No bastaría pedir perdón en el acto penitencial, recordarlo en las
palabras de la Consagración del Vino y pedirlo en el Padre Nuestro? Y además cómo evitar que
algunas oraciones de perdón y el invocar el “sacrificio” de Jesús, den la impresión de que se hacen como para
aplacar a un Dios justiciero.
Conclusión.
Espero no
haberme excedido en mis preguntas y comentarios, y espero que se entienda el
espíritu con que las hago. También
quiero decirles que no soy ingenuo, y que soy consciente de que aun los
pequeños cambios que sugiero, es casi imposible que se aprobaran de Roma-
aunque tal vez ahora con el Papa Francisco se puedan ir haciendo. También
es casi imposible que los sacerdotes y las comunidades parroquiales fueran haciendo algunos cambios-como antes
muchos sacerdotes usaron el “ustedes” en lugar del “vosotros” aun antes de que
este “gran” cambio se aprobara.
Sobre lo
que he escrito quiero decirles con sencillez que me anima a escribirlo el amor
apasionado a nuestro Pueblo, su hambre y su necesidad de una evangelización y
celebraciones encarnadas en su vida concreta. También me anima a escribirlo un
amor muy profundo a la Eucaristía como centro de nuestra vida cristiana donde especialmente unimos nuestra vida,
nuestra pequeña vida a la vida de Jesús, donde unimos nuestro pequeño y frágil
amor, al inmenso Amor de Jesús y su pasión por el Reino, donde el pequeño pan
que es nuestra vida, en Jesús se transforma en pan, alimento bueno para los
demás y en particular para tantos excluidos de la Mesa de la Vida.
No sé si
estén de acuerdo conmigo, pero como esto me apasiona vuelvo comentarles lo que
les decía anteriormente: cuando los domingos y en las grandes fiestas veo los
templos abarrotados y pienso en la poca y débil evangelización con que muchas
de esas personas llegan a la Misa, se me
estremece el corazón con Jesús al ver a las multitudes y sentirlas como ovejas
sin pastor. Esas multitudes llegan buscando aunque sea vagamente a Jesús, y
muchas llegan con mucha hambre de Jesús y de su Palabra de Vida. Ante esa
realidad conviene preguntarnos: Tal cómo celebramos la Misa y con las oraciones
que en ella hacemos, y tal como
predicamos ¿Nuestras Celebraciones predomina el Rito o son en verdad alimento
de vida para ellos? ¿Son el Encuentro que deberían ser con Jesús y su Reino?
¿Son nuestras celebraciones un espacio de Comunión y encuentro fraterno? En
nuestras Eucaristías ¿se realiza lo que proclamaba y soñaba el Concilio?: Que los gozos y
esperanzas, las tristezas y angustias de la humanidad sean también nuestras y
que en ellas hallen con plenitud el sueño, la plegaria y el compromiso por la
vida digna, vida plena que Jesús quiere para todos.
Arnaldo
Zenteno S.J.
Managua,
Nicaragua. Junio 2013
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