LA DESIGUALDAD, SI ES UN MAL !!!
La desigualdad sí es un mal
Pablo Romero SJ
Adital
Cuando "la desigualdad” ya parecía instalarse definitivamente en la
conciencia moral de la elite política del país como algo a combatir, vuelven a
aparecer voces que relativizan su importancia: "Acá nos hemos comprado que la desigualdad es un mal,
eso no es así. La pobreza sí lo es”, dice Jovino Novoa en su nuevo
libro.
La verdad es que la opción por disminuir la desigualdad es una opción
cuya fuerza va a depender de qué es lo que nos importa más como sociedad. En ese
sentido es una opción ética. Y su interés
no debiera estar restringido sólo para los llamados
"igualitaristas”.
Por las características de la desigualdad en Chile, en particular por
el hecho que su causa radica en que un 1% de la población más rica se "dispara”
del resto del país, y no lo hace por méritos ni por casualidad sino por un
complejo y duradero entramado de privilegios, esta desigualdad debiese importar
a muchos.
He aquí algunas razones que pueden interpelar a distintas
personas.
Si lo que nos importa es el crecimiento económico sin más y buscamos
el mayor ingreso per cápita posible, el "mejor promedio”, la desigualdad nos
debiera importar ya que está amarrada en Chile a la desigualdad de
oportunidades. No es que ese 1% trabaje más que el 99% restante o tenga más
"competencias naturales”. Hay personas, ciudadanos comunes, que debiesen estar
produciendo más riqueza de la que están generando y no lo hacen debido al
clasismo cultural y a la concentración económica en todos los
mercados.
Además, si sólo nos importa el crecimiento económico este es
sostenible a largo plazo si hay suficiente paz social. Y esta no va a llegar si
no hay suficiente justicia.
Si lo que nos importa sólo es superar la situación de pobreza como
objetivo final sin importar en principio que los ricos se disparen del resto,
debiésemos considerar que la pobreza tiene una dimensión relativa.
El pobre junto con ciertas condiciones objetivas, o por lo mismo, se
siente pobre "respecto al resto”. Se siente excluido. La pobreza duele más y
humilla más cuando un porcentaje de la población hace ostentación de su riqueza
y vive en otro mundo, fija los estándares de la felicidad y de lo que es ser
ciudadano. La pobreza no es una condición estadística. La pobreza duele menos
cuando hay integración social. La pobreza
duele más y hiere cuando hay riqueza y ostentación de ella. Allí la pobreza se
vuelve exclusión.
Si lo que nos importa, por otro lado, es la democracia, el gobierno
del pueblo, la desigualdad como la que se tiene en Chile es un verdadero lastre.
Porque, como lo dijimos, la desigualdad es ante todo desigualdad de
oportunidades y, peor aún para la democracia… desigualdad de poder.
La concentración económica es finalmente concentración de poder, de
influencias, de oportunidades de acción pública. Pensemos en las campañas
políticas, y cómo se refleja esto. El que tiene más plata, compra más
publicidad, se hace más conocido, tiene más posibilidades de derrotar
electoralmente a cualquiera.
Por último, para muchos de nosotros (es cosa de ver los estudios), la
desigualdad nos duele y nos importa simplemente porque desigualdades como las de
Chile nos parecen injustas.
Así, sin mayor recoveco, no queremos una sociedad de clases. Queremos
una sociedad diversa sí en cuanto a su cultura, valores, eso enriquece. Pero la
sociedad de clases cuando está vinculada a desigualdad de poder y oportunidades,
empobrece y humilla.
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