Hoy, mientras millones de personas en el mundo no tienen qué comer,
otros comen demasiado y mal. La obesidad y el hambre son dos caras de una misma
moneda. La de un sistema alimentario que no funciona y que condena a millones de
personas a la malnutrición. Vivimos, en definitiva, en un mundo de obesos y
famélicos.
Las cifras lo dejan claro: 870 millones de personas en el planeta
pasan hambre, mientras 500 millones tienen problemas de obesidad, según indica
el informe El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación 2013, publicado
recientemente por la FAO ( la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura), y que este año analiza la lacra de la
malnutrición. Una problemática que no sólo afecta a los países del Sur, sino que
aquí cada vez nos resulta más cercana.
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