Queridos hermanos y
amigos:
“Bendito sea Dios que
nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones…” Sin
lugar a dudas, como siempre este ha sido un año de bendiciones del
Señor.
En la vida personal de
cada uno, aún los momentos aparentemente contradictorios son de vida
y bendición “porque todo lo dispone Dios para bien de sus hijos”,
dice la Palabra de Dios.
Inicié el año en
Uruguay, aportando a la animación de una comunidad parroquial que
por su acogida y servicio a tantos caminaba como misionera, creciendo
día a día
en sus búsquedas por ser un testimonio cristiano en una
sociedad plural, necesitada de caminos de convivencia y encuentro.
Siempre en Iglesia, buscando la unidad y complementariedad en signos
y gestos concretos…con un espíritu de fraternidad, compromiso, y
también celebración de la vida…que tanto bien nos hace. Y juntos,
cercanos a los más pobres, brindando lo posible para que la vida sea
un poco mejor repartida. Mucho aprendí en este lugar, muchos les
debo a mis hermanos y hermanas.
Luego la participación
en la Iglesia de Paraguay, desde nuestra parroquia de San Juan
Bautista en Lambaré, donde me encontré con una comunidad en camino,
con muchos agentes pastorales y vitalidad misionera, comunidades,
familias…Allí también caminamos en Iglesia participando en
diversas instancias de animación y participación. También pasé
por el dengue que Dios me permitió superar (pensar que apenas
llegado me quería sumar y sumar a la gente de las comunidades para
combatir este flagelo). Allí me enriquecí con su piedad y aprecio
por las cosas de Dios.
Y esta sorpresa de Dios
que fue la elección de Francisco, para la Iglesia y para el mundo,
que aún hoy me emociona al recordarlo. Qué fuerte: un Papa de
nuestras Iglesias, de los caminos de la fe de nuestros pueblos, y es
como que Dios nos dice: ¡Adelante! Y las sorpresas y bendiciones no
paran ahí…Cuantas bendiciones en la vida, la palabra, los gestos
del papa Francisco, que airean y oxigenan el mundo…
Y luego para mi vida este
nombramiento como pastor de esta Iglesia donde hoy termino este año,
con apenas tres meses andados pero que me han permitido apreciar la
acogida cariñosa, las muestras de afecto y colaboración, desde los
puntos más lejanos, hasta su Iglesia Catedral, con sus picos
nevados, su lago color cielo, sus áridos caminos, sus gritos y
contradicciones…Bendigo a Dios por su gente, los que con su fe
construyen caminos para animar a otros y animarse mutuamente, los
que comparten el pan de la solidaridad, en emprendimientos, gestos y
actitudes…Bendigo a Dios por quienes construyen con responsabilidad
una sociedad con justicia, dignidad para todos, aceptación de lo
diverso…Bendigo por la gente buena que construye en silencio y sin
ruidos pero que son tan o más imprescindibles que los que son tapa
de página: en los parajes, en los barrios, en la ciudad. Bendigo al
Señor por consagrados y laicos que desde otras geografías se han
sumado a la Iglesia y la ciudad para aportar afectiva y
efectivamente.
En todo esto la presencia
afectuosa de mi familia y mis amigos y hermanos de la vida, los
hermanos de familia claretiana, que siempre estuvieron alentándome,
y que como un signo se acercaron en momentos importantes de mi vida
para manifestarme todo su amor, hecho apoyo, aliento y comprensión.
Estoy convencido que vivo gracias a las personas que me han amado y
alentado, ayer y hoy… ¡GRACIAS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario