Ahí me tendréis a la hora que se vuestra celebración eucarística y aquí os
tendré en comunión de oraciones a las 12 horas de aquí en la que celebro yo,
para encomendarnos a nuestros santos patronos San Felipe y Santiago en el día de
su fiesta, para que cargoseen al Señor para que, con la fuerza y la luz del
Espíritu sigamos en nuestro esfuerzo de superación y en la lucha por el Reino.
Además os encomendaré al Señor porque, en este mismo día, tenéis un encuentro
intercomunitario. Pues, ¡que todo sea fecundo y feliz!
Nada nuevo, fuera del libro ya anunciado
María, rostro materno de Dios. En Madrid y Ferrol
compartí gozosamente con otros hermanos vuestros que tienen el mismo origen y
siguen las mismas pautas que vosotros. Están también muy unidos.
Hace unos días me llegó una carta gozosa. Me escribe desde
Cuba un religioso Paulino pidiéndome permiso para editar “Vivir,
¿para qué?”, agotado hace años y que el arzobispo de la Habana
quiere reeditar porque lo leyó de joven y le hizo a él mucho bien, para que
ayude a los jóvenes cubanos. Después de haber sido expulsados los paulinos, hace
dos años que han retornado. Es buena noticia. Me alegro que, desde Vigo, vaya a
sembrar semillas del Evangelio en Cuba.
Un abrazo fraterno y besos de felicitación para todos
los miembros de San Felipe y Santiago: ¡Que la celebración de la fiesta
signifique un impulso hacia adelante. Como siempre, no pueden faltar mi abrazo y
mi saludo para todos los vuestros (Raúl, en primer término), vuestros hermanos
carnales, sobrinos y amigos comunes. Os sigo recordado con cariño y gratitud.
¡Feliz fiesta! Atilano.
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