EL QUE ME HA VISTO A MÍ, HA VISTO AL
PADRE.
Domingo 5º de Pascua - Ciclo A
18 de mayo de 2014 - P. Pancho.
Partimos de
la vida.-
En nuestros
encuentros con las personas, madres de familia, catequistas, animadores de
comunidad, visitadores de enfermos, con mucha frecuencia encontramos gente
cansada, que se sienten solos ante tantas
responsabilidades, sobre todo cuando surgen conflictos o malentendidos.
Les parece que tienen que cargar con todo, y que son siempre ellos los que
deben resolver los problemas. Y quizás sea así.
¿Por qué?
Nos ilumina
la Palabra
La Primera
Lectura (Hech. 6,1-7), nos pinta un cuadro bastante parecido. Nos narra cómo la
Iglesia primitiva tuvo que dar respuesta a un problema que surgió en la comunidad
cristiana de aquellos primeros tiempos. Al parecer los apóstoles tenían un
protagonismo excesivo; ellos lo hacían todo y, como se dice, "el que mucho
abarca poco aprieta"; empezaron a aparecer espacios que no se veían bien
atendidos. Entonces se convocó a los
cristianos como para una asamblea parroquial y propusieron a la comunidad una
nueva manera de organizarse, para funcionar mejor. Así surgió, podemos decir el
primer grupo de pastoral social en la Iglesia. No era bueno que todas las
tareas de la comunidad cayeran sobre las espaldas de los apóstoles. Los
primeros cristianos aprendieron a participar en los servicios de la comunidad.
Y a tomar conciencia de algo muy bonito: que no son espectadores pasivos; que
todos tienen capacidad para prestar determinados servicios en la comunidad; que
todos son "sacerdotes" -dice la carta de Pedro (2,4-9).
Quizás esta
sea una e las cosas que una gran mayoría de cristianos se ha olvidado. Se ven
sólo como "destinatarios" de la acción pastoral. No se ven y menos se
realizan como "actores", como "agentes de la pastoral", se
dice hoy.
El
"sacerdocio común", de todos los bautizados, es de las cosas menos
conocidas y asumidas, en nuestras comunidades. "Poco a poco" (como
dicen los españoles) los bautizados fueron perdiendo protagonismo en las tareas
de la evangelización; y fue apareciendo el "protagonismo clerical".
El cura lo hacía todo o casi todo en la comunidad cristiana. Los demás
cristianos eran oyentes, destinatarios y, algunos más cercanos, llegaban a
ser "colaboradores" del cura.
Dirán: esos tiempos ya pasaron; sí, pero ciertamente perduran todavía. Por aquí
pasa ese "cambio de mentalidad" en que tanto insiste Papa Francisco. Si nos preguntamos cuál ha
sido la mayor de las herejías y la que más daño le ha hecho a la Iglesia a lo largo de su historia tendríamos que
responder que sea esa tan presente aún en la sociedad, sobre todo en los Medios
de comunicación: "la Iglesia son los obispos, los curas,
las monjas"
Nada más grave podría pasarle a una comunidad
que tener el 98% de su cuerpo paralizado, inactivo. Y es lo que dolorosamente
sucede en muchas comunidades.
Para superar
esas situaciones, en esta Pascua, es preciso mirar a Jesús. El es el
"Camino" que nos conduce hacia la "Verdad" que transforma
nuestra vida: Dios es Padre; un Padre que cuenta con nosotros, que necesita de
nuestra participación y corresponsabilidad, para que todos sus hijos, los de
cerca y los de lejos, tengan "Vida", la Vida que nos hace sr sus
hijos, la Vida que nos hace ser hermanos de todos, la Vida que es alegría, esperanza,
compromiso con la justicia, servicio a los más débiles.
La Vida que se
manifestó en Jesús; por eso podía decir: "El que me ha visto ha visto al
Padre". Jesús es el "Revelador" del Padre; él nos dice cómo es
el Padre, cómo se preocupa por nosotros y nos atiende, cómo nos perdona, como
nos ama el Padre; nos dice cómo ese Padre nos llena de su Vida para que también
nosotros llevemos vida a los demás.
Lo que fue
Jesús con respecto al Padre, lo tenemos que ser nosotros con respecto a Jesús.
Jesús dijo: "el que me ve, ve al Padre"; y cada uno de nosotros
debería poder decir: "el que me ve, ve a Jesús".
Aquí en la
Eucaristía, al darnos hoy el saludo de Paz,
vamos a expresar nuestro compromiso sincero de vivir actitudes, gestos y
conductas que nos permitan decir: el que me ve, ve a Jesús, sirviendo, creando
inclusión, promoviendo la participación, valorando al otro, dándole espacio
para que sea "piedra viva" del Templo del Señor, que es su Iglesia.
Hoy, Jesús, tú
nos llevas de la mano porque eres el Camino, la Verdad y la Vida. Nosotros
queremos que este encuentro contigo, nos llene de paz, de confianza, de
consuelo. "No tengan miedo" nos has dicho hoy. Ayúdanos a vivir en tu
Verdad, y en la Vida que brota del
encuentro contigo. Amén.-
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