Carta de Juanjo Aguirre (Obispo República Centroafricana) finalizada la
visita del papa francisco
¡Gracias Papa Francisco por haber venido!
Al principio no nos lo creíamos: ¿Cómo todo
un Papa viene a pisar la tierra roja de este país ensangrentado por la sangre
también roja de tanta pobre gente?
Sin embargo, querido Papa Francisco, te
saltaste a la torera las recomendaciones de los más cautelosos, no quisiste
chaleco antibalas, te subiste en el Papa móvil sin blindar, para que todos te
vieran mejor y te pusiste a hablarnos de paz y reconciliación. De que con la
paz todo se gana, mientras que con la guerra todo se pierde.
Cosas sencillas pero que necesitábamos
mucho volver a oírlas. Que la violencia no conduce nunca a la paz sino que
genera más violencia hasta crear un remolino de violencia que engulle inocentes
y pecadores.
Recién llegado, arropado por una multitud
entregada y 2.800 scouts que ponían orden, pasaste por el mismo lugar en la
avenida Combatant en el que hace poco menos de un mes, 4 representantes
de un grupo radical que venían a Bangui a negociar fueron linchados con palos y
machetes. Tocaste a los niños desplazados, que han perdido casa, familia,
escuela, niños noqueados por la violencia, niños heridos por las balas, niños
de casas quemadas que miran el horizonte sin ver ya nada más porque les
habían robado su inocencia, de tantas maldades que han sido testigos. Hijos del
miedo, hijos del hambre, niños musulmanes y no musulmanes en dos campos de
desplazados distintos, sin hacer diferencias, niños de mirada perdida a quienes
les han saqueado el alma en Bangui. Te paseaste entre ellos, con los zapatones
negros que trajiste desde Argentina...
Gracias porque te pusiste en su lugar y
denunciaste sin paliativos que muchos de aquellos niños y jóvenes habían
sido utilizados por criminales como carne de cañón y esclavas sexuales.
Entraste el mezquita de Koudoukou sin miedo
a las balas! El Imán Layama Kobina no estaba allí porque se la tienen jurada
incluso muchos de los suyos, pero la habían pintado y aderezado sólo para
ti Papa Francisco, porque decían que era un gran honor que pisaras sus esteras
con tus pies desnudos y les hablaras de paz. 5 minutos quisiste rezar donde
suele predicar el Imán, sin decir nada, en silencioso recogimiento. Sólo
después les saludaste con una gran sonrisa. No sé si los violentos te
escucharán, pero sé que aquellos que te escucharon quedaron sobrecogidos.
Lo mismo cuando hablaste en la escuela de Teología protestante. Lo mismo
cuando, rompiendo el protocolo, horror para tu gendarmería, la Minusca y
para todo tu séquito! y te acercaste a la escuela musulmana para escuchar los
lamentos de mujeres que lloran con lágrimas de dolor, del mismo color por
cierto que las lágrimas de las madres no musulmanas que viste el día anterior.
Un Papa en Bangui sin chaleco
antibalas cuando dos días antes los kalasnikof no dejaron de tronar
durante toda la tarde, allí mismito, a dos tiros de piedra de la Nunciatura,
por la avenida Boganda abajo, en el P.K. 5 en donde hasta por respirar te
juegas la vida. Tuviste un recuerdo, te lo habíamos dicho los Obispos cuando
comimos contigo el domingo en la Nunciatura, para los combonianos de la
parroquia de Fátima, que no pudieron verte por no abandonar los 500 desplazados
sentenciados a muerte si salían de la verja de la misión. Dijiste que te
hubiera gustado ir a Fátima, insuflar ánimos allí! No pudo ser, por motivos de
seguridad. Gracias por recordarme durante la comida solo con los Obispos (yo
estaba sentado enfrente de su Santidad, comiendo pescadito del río Oubangui con
habichuelillas verdes), que San Ambrosio decía que el nombre de Dios es
misericordia y que donde hay misericordia, allí está Dios. Estuviste
"sembrao" Papa Francisco cuando sugeriste entre líneas que los que
mueven los hilos para que nada funcione en Centroáfrica, curiosamente, no viven
en Centroáfrica, y que nadie tiene que huir de Centroáfrica por ello, porque
tuviste valor de decirlo todo sin pelos en la lengua, hablaste con arrojo a los
jóvenes de Centroáfrica, confesaste a algunos y te paseaste en medio de los
pobres como cuando te llamaban Padre Jorge por los arrabales de Buenos Aires.
Gracias porque nos has dado valor y esperanza, porque no
te callaste, porque miraste a la cara a los pobres, porque abriste la Puerta
Santa de la Misericordia enseñándonos un carril prioritario, diferente
del resto de la Iglesia, para ir más rápido hacia Sus Manos, experimentar su
amor, y nos pediste que lo repartiéramos después, en forma de gestos de
reconciliación. Nos enseñaste un camino, nos mostraste cómo salir de hoyo, del
laberinto en el que estamos... Cuando, después de la foto ritual en la
Nunciatura, te cogiste a mi brazo para subir los escalones, sentí tu fuerza, no
tanto física, sino sobre todo humana y espiritual. Bromeamos contigo en la
comida con los Obispos cuando te enseñamos dos palabras en sango: ndoyé y siriri.
Las repetiste a los jóvenes de la vigilia de oración 3 horas después:
" Empapad vuestra vida de amor y paz".
La multitud del estadio 20.000 plazas
te sobrecogió, se te vio en la cara, porque rugían de amor y respeto cuando les
dijiste de "pasar a la otra orilla" es decir pasar página y
empezar de nuevo en la sociedad centroafricana. Cuando 25 almas gritaron a una
el lema popular cristiano, sonreíste de oreja a oreja. Cuando me diste un
regalo, (una custodia) me dijiste en español que rezara por ti y me guiñaste
un ojo...
Luego, querido Papa Francisco, subiste al avión sobre las
12'30h de esta mañana, el segundo día de tu visita a Bangui, sin haber ni
siquiera comido aún, con tu séquito de monseñores y periodistas, y nos
quedamos mirándote y mirándonos, huérfanos ya de ti, como embobados despertando
de un sueño, oyendo en sordina el ruido del Boeing de Alitalia que te
trajo hasta nosotros y que te llevaba de vuelta a Roma, porque mientras has
estado, las armas se han callado unas horas, por respeto a ti. Ojalá que
te quedaras para siempre! Te fuiste a tu quehacer en Roma y en el mundo, a tu
vatilik, a bregar con asuntos de corrupción y a tu Santa Marta querida y
nosotros, sin paz ni pan, a nuestra lucha por estar junto a los pobres por
decirles que mañana será mejor, que después de la tempestad viene la calma.
Mi gente de Bangassou han recogido en
unos botecitos tierra en donde tu pisaste! Dicen que está bendecida por tu
huella. La llevarán a Bangassou como testigos de lo que han vivido en
Bangui, de la inmensa esperanza que has sembrado en sus corazones porque por
una vez en sus vidas, demonios negros armados de violencia se trocaron en
un ángel blanco vestido de Papa Francisco. Que tus palabras de perdón y de paz,
a fuerza de repetirlas, se nos metan en la piel, en el vientre y en el
corazón.
Y gracias de corazón a Dios Padre que no ha permitido que
nadie nos agüe la fiesta, que ningún retorcido nos estropee el encuentro, que
ningún descerebrado haga daño a nadie. Y gracias sobre todo a Dios Padre
que ha querido regalarnos dos día de ensueño, teñidos de paz porque incluso
aquellos dos jóvenes que raptaron en Fátima ayer por la mañana para
degollarlos, (RD publicó la noticia, pero 5 horas más tarde fue desmentida por
los mismos padres de Fátima y las familias de los dos jóvenes), los
devolvieron sanos y salvos, (por milagro de quién?) a final de la tarde,
vivitos y coleando, después de haber tenido la muerte rozándoles las gargantas.
Bangui 30/11/2015 a 14'45h
Juan José Aguirre, Obispo de Bangassou
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