Evidentemente el negocio
del petróleo está en la base de la intervención militar del llamado Primer
Mundo en Medio Oriente. Pero hay algo más que justifica el estado de guerra
permanente: el negocio de las armas.
Entre el petróleo y las
armas se mueven los intereses de quienes detentan el poder económico a nivel
mundial, responsables de la desigual distribución de la riqueza y, de seguir
así, del destino de la humanidad.
La respuesta que reciben
de sectores fundamentalistas islámicos es ni más ni menos que el espejo en que
se refleja el horrible rostro de quienes se presentan como los dignos
representantes de los valores de Occidente. Alicia De Sá Torres
No hay comentarios:
Publicar un comentario