Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2016: Pistas para su lectura.. "MISERICORDIA QUIERO NO SACRIFICIOS.."
.El propósito de ésta columna es proponer algunas pistas de lectura de este mensaje de manera, esto a modo de pre-texto, es decir, como el inicio de un proceso de reflexión en torno a la palabra del Papa latinoamericano. El mensaje de Cuaresma se divide en tres apartados:
1) María,
icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada;
2) La
alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia;
3) Las
obras de la misericordia.
Importancia
de una "teología de la escucha”
En el
mensaje de Cuaresma encontramos que Francisco le otorga a la actitud de la
escucha un lugar de importancia. Así el Papa presenta los conceptos de:
escucha, escuchar y escuchen. Son siete menciones en total: "escuchar la
Palabra de Dios”, "primacía de la escucha orante de la Palabra sobre todo
de la palabra profética”,
"escucha perfecta de Dios”, "escuchar de
distintas maneras el primer anuncio”, "la escucha como forma de evitar la
alienación existencial”, la mención del texto de Lázaro y el rico y el pasaje
de Lucas "tienen a Moisés y los profetas: que los escuchen” (Lc 16,29) y
finalmente "la escucha activa” como actitud pascual y escatológica.
Para el
pensamiento y la reflexión bíblica, la intervención de Dios en la historia, la
revelación, acontece como un proceso de escucha de su Palabra y de la respuesta
a ella mediante la fe como don de la gracia. Entre estas experiencias de
escucha se ubica la del profeta, del hombre y la mujer que está llenos del
Espíritu de Dios, que anuncian la Palabra de Dios y denuncian todo aquello que
va contra esa palabra liberadora, especialmente los abusos cometidos contra los
huérfanos, los extranjeros o las viudas.
El profeta
y su experiencia tiene un lugar de importancia en el mensaje cuaresmal. Para
comprender un poco más la teología de la escucha desde la misión profética,
leeremos un texto de Isaías correspondiente al Tercer Canto del Siervo de
Yahvé:
"El
Señor Dios me ha dado lengua de discípulo, para que Yo sepa sostener con una
palabra al fatigado. Mañana tras mañana me despierta, despierta mi oído para
escuchar como los discípulos” (Is 50,4)
La figura
del profeta, emisario de Dios en medio del pueblo, representa el verdadero
prototipo de servicio. Servicio que se basa en dos acciones fundamentales. La
primera es la capacidad profética de "sostener con la palabra al
fatigado”.
Para
poder confortar, el verdadero discípulo debe saber lo que es el dolor.Nuestra sociedad ha impuesto un rechazo generalizado
al tema del sufrimiento. Se pasa por alto, se evita. Pero en cambio, el que
quiere ser "siervo”, debe someterse, abajarse, salir de su metro cuadrado
y compartir la suerte de las masas sufrientes.
La segunda
actitud, y la que nos interesa, es la acción de Dios a favor de que su siervo
preste oído a sus palabras. Desde el momento en que Dios nos interpela, debemos
establecer una capacidad de sano discernimiento. El "oído despierto”,
denota un claro signo de fidelidad. Es poner nuestra atención en la revelación,
en el signo que estamos presenciando. Quizás será sutil o velado, pero aun así
debemos tener la voluntad de prestar nuestra obediencia al plan de liberación y
de praxis de la buena nueva fundada en la misericordia.
La sociedad
actual nos va colocando en la contrapartida de la escucha. Permanecemos
sordos ante la voz del Dios actuante, y no asociamos nuestra vida a su
vida. Es la actitud que debemos mejorar y que Francisco la denuncia cuando
habla de los totalitarismos de este siglo fundados en "las ideologías del
pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea
irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar” (parágrafo 3).
También se manifiestan en las esperanzas puestas en los "falsos modelos de
desarrollo, en la idolatría del dinero que nos hace no mirar y reconocer a los
pobres y volvernos indiferentes a su destino” (parágrafo 3).
Dimensión
femenino-maternal y mariológica de la Misericordia
Un elemento
interesante en el mensaje cuaresmal es la dimensión femenino-maternal que la
Misericordia posee y que Francisco la recuerda. Junto a dicha dimensión podemos
identificar el sentido mariológico/mariano de la experiencia de la
Misericordia. El Papa llega a hablar de un amor visceral. ¿A qué está haciendo
referencia?
En la
literatura bíblica existe un concepto que es el rahamin, que significa
misericordia, la cual "se expresa en hebreo con la raíz raHam, que evoca
el seno materno, reHem, y por consiguiente el movimiento interior y las
emociones que siente la mujer. Así, pues, el término es imaginario y recuerda
el amor y el afecto que la mujer puede sentir por su hijo” (Prevóst, 1992).
No deja
de ser interesante que el autor bíblico le aplique características
femenino-maternales a Dios. Con esto viene a romperse un imaginario de la
masculinidad que se le había aplicado a Dios. Dicho imaginario tendía más a características de venganza, de ira o
lucha. En cambio la aplicación del rahamin le asigna a Dios la ternura, la
caridad, el amor visceral del que habla Francisco inspirado por las fuentes
bíblicas.
Es el amor
y la misericordia que, como dice el Papa en Misericordiae Vultus, "proviene
desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y
compasión, de indulgencia y de perdón” (MV 6).
Desde
nuestras vísceras, desde lo más profundo de nuestro ser creyentes y no
creyentes hemos de provocar una corriente de misericordia. Es necesario
continuar engendrando la experiencia misericordiosa, el acercamiento a los que
viven sin misericordia.
Así fue la
actitud de Dios, del que se presentó a Moisés como Yahvé (Cf. Ex 3,14), es decir
del que estaría-con-el-pueblo. Su presencia, su rostro "hace de la
historia de Dios con su pueblo una historia de salvación” (MV 7).
Con esto,
la misericordia es también la entrada que el Pueblo tiene al Misterio absoluto
del Dios misericordioso. Es el trato amoroso hecho Alianza, herencia y promesa,
conceptos articuladores de la experiencia de fe de Israel y de la Iglesia.
Alianza
como historia e historia como alianza
En dos
ocasiones Francisco habla de la "alianza” y del "pacto”. La historia
es creación de Dios al comienzo de todo. La tradición judeocristiana confiesa a
un Dios que proyecta una historia de carácter lineal, positiva y dinámica, una
historia que tiene un comienzo (la Creación), un desarrollo salvífico y un
término (lo escatológico, la vida eterna).
Esta
historia hemos de reconocerla como "lugar teológico”, es decir como
espacio en el cual Dios actúa revelándose como misericordia y como lugar donde
el creyente practica la escucha.
Pero, si
indagamos en la reflexión teológica de Israel antes de realizar una reflexión
sobre la historia o la creación, el pueblo comprendió primero que con él Yahvé
había pactado una Alianza. Así, el pacto o la alianza constituyen el primer
concepto teológico propiamente tal pensado por Israel. Pero esta Alianza puede
llegar a romperse a causa de la infidelidad del hombre a causa de su pecado, de
"querer ser como Dios” como lo recuerda Francisco retrotrayendo el texto
del Génesis.
Pero a
pesar del pecado, Dios se manifiesta como rico en misericordia e invita nuevamente
a la persona a vivir en alianza de amor con Él. A esto Francisco lo llama
"el drama de amor”.
Creemos que
esto es leído por el Papa desde la reflexión teológica del suizo Hans Urs Von
Balthasar (1905-1988), quien proyecto su teología bajo el concepto de
"Teodramática”. En ella habla de "las personas del drama” y cómo la
relación del Dios Trinidad con el hombre y sobre todo de Jesucristo se puede
interpretar como un drama, como amor y ruptura del mismo, pero ante el cual la
acción misericordiosa se Dios terminará prevaleciendo.
En
Jesucristo, en quien Francisco reconoce a "la misericordia encarnada”
y nos recuerda que es un verdadero hijo de Israel a la vez que Esposo de la
Iglesia, podemos reconocer como la Alianza o el pacto tiene pleno y perfecto cumplimiento.
Esta acción de Dios en la historia es comunicada primero por Jesucristo y luego
por el kerigma (primer anuncio) apostólico. La Alianza de Jesús con la Iglesia
y en ella con todo el mundo, tiene como centro y concreción cotidiana la
misericordia y sus obras, tanto corporales y espirituales.
Obras de
la misericordia y el pecado social
El mensaje
de cuaresma del Papa tiene como motivo central las obras de misericordia,
corporales y espirituales. Ellas, nos recuerda Francisco, nos permiten comprender
que la fe se debe traducir en gestos concretos y cotidianos, en ayudar al
prójimo.
Para ello,
el Papa propone cuatro verbos en referencia al otro, especialmente al que
sufre: "nutrirlo, visitarlo, consolarlo, educarlo”. Estos verbos
son extraídos por Francisco desde el discurso escatológico de Mateo 25,35-40 en
donde Jesús se identifica con los pobres. Ellos son los privilegiados de la
misericordia divina, ya que en ellos podemos ver al Cristo que está
"martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga”, nos dice Francisco
en el mensaje. Ello iluminado por otros tres verbos "reconocer, tocar,
asistir”.
Con la
presencia de estos siete verbos, podemos llegar a sostener que la misericordia,
lejos de ser una mera teoría o una teología, un discurso estereotipado o bien
estructurado, debe convertirse en una acción cotidiana, en una virtud de todos
los cristianos y de aquellos no creyentes que actúan movidos por la buena
voluntad.
Las obras
de la misericordia nos permiten acercarnos corporalmente al que sufre, al que
es dañado por las "formas actuales del delirio de omnipotencia” en
palabras del Papa. Francisco denuncia abiertamente las formas sociales y
políticas de los totalitarismos del siglo XX, la ideología del pensamiento
único y de la tecnociencia que buscan hacer de Dios alguien irrelevante, lo que
provocaría que el hombre quede reducido a una "masa que se usa”. Existe,
por tanto, la conciencia de que las estructuras son afectadas por el llamado
pecado social, en donde se nos impide reconocer al que sufre y en donde la
única ley es valorar lo propio, no lo ajeno menos lo distinto.
Para
concluir: Una Cuaresma que es Jubilar
El Papa
Francisco en dos ocasiones sostiene que la Cuaresma es "tiempo de
gracia para vencer la alienación existencial” y que es "tiempo
favorable para la conversión”. Ambos conceptos del "tiempo” están en
directa consonancia con la experiencia del Jubileo, del Año Santo, del tiempo
de gracia, del kairós-tiempo oportuno. Esta Cuaresma que es Jubilar ha de estar
fundada en la escucha de la Palabra de Dios y en la vivencia de las obras de la
misericordia.
La persona
humana, naturalmente sedienta de amor y felicidad, puede reconocer en el Dios
revelado en la historia, en el Dios de la Alianza, la fuente inagotable de amor
y de misericordia que, como dice el Papa, nos permite vencer el infierno
entendido como abismo de soledad. Al reconocernos necesitados de la gracia, al
confesar nuestra pequeñez y nuestro ser servidores, estaremos experimentado la
alegría de la conversión y la conversión a la alegría escatológica, a esa
alegría que nos prepara la Cuaresma de manera de llegar renovados a la
celebración de los Misterios Pascuales.
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