Comparto la reflexión de
Ivonne Gebara, teóloga feminista que me merece muchísimo respeto. Lo que dice
de la Iglesia me parece absolutamente cierto y también comparto su decepción
respecto al contenido de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia.
Tal vez teníamos expectativas que la
Iglesia no está en condiciones de satisfacer, por el momento, aunque
probablemente esperábamos que la presencia de Francisco abriría puertas que
evidentemente están cerradas desde hace siglos.
Creo que parte de la explicación podemos
encontrarla en la propia definición de Exhortación Apostólica que, según tengo
entendido, es el compendio de conclusiones que se difunden en la Iglesia al
concluir un sínodo. No olvidemos, entonces que, si bien Francisco es el Sumo
Pontífice, está condicionado por el peso enorme de la estructura episcopal.
Su lugar en la cumbre de
la institución eclesial no le da la suma del poder. Sutilmente nos hace notar a
cada paso que hay gruesos muros que derribar y cerrojos llenos de herrumbre que
habrá que accionar para que se abra paso la Iglesia de Jesús. Por momentos nos
hace sentir que esta es todavía la iglesia de Constantino. Creo que eso es lo
que insinúa cuando nos pide insistentemente que oremos por él...
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