lunes, 4 de julio de 2016

Recibido de Alicia Gutierrez, representante de VIDA ASCENDENTE..



El  cristianismo es la religión de la memoria  ensalzando   la cruz de Cristo. El se ofreció por toda la humanidad cargando voluntariamente las ofensas  al Padre, y por  todos.     El  crimen atroz  cometido  contra  El y su pasión,  se convierte en un don  (el don constante de per-donar) Cambia el sentido triste del  hecho brutal  al verlo con otros ojos, es  el  crimen que redime, Jesús no se ahorró ningún dolor, Atrajo todos los males para sí por amor a la humanidad.  Y resucitó,  prometiendo llevarnos a todos con El victoriosos al final.  Es un modelo de justicia reparadora, que quita  los pecados  del  mundo,  basado en   la recuperación de la víctima tanto como del  ofensor, es la llave para  construir  un mundo  más  humano.

 No  es  fácil  mantener  la  actitud   misericordiosa  abierta  a  la dimensión  del  perdón. Ni  para la gente común  ni  para los  religiosos controlar sus emociones  frente  a  los  traumas  de mayor entidad.  El Padre Narváez  ofrece  las  escuelas  ESPERE con su metodología  educativa  ( probada y celebrada  en varios  países,  inclusive el nuestro )  para  mejorar la capacidad de conocer y  dominar los sentimientos. Propone  recurrir a la  alfabetización  del  espíritu, conocer los propios sentimientos  y  controlarlos,  poder  prepararse para  entender mejor las actitudes y valorar  la misericordia de Dios.  Ejercitar desde la infancia  reflexionar sobre lo cotidiano  y  explorar  con  otros caminos de salud  emocional .
 En las escuelas   Espere se aprende  a mirar el  mal y la culpa como signo de finitud,  la propia  y  característica condición del ser humano que es imperfecto, no es un estigma,  una mancha  indeleble. Nadie   es perfecto.  El conocimiento  de nuestros límites y  la comprobación de nuestras  fallas  son fuente  de misericordia  y  perdón.  A veces  desde  la  escuela  y la propia casa  contribuimos a  exaltar  errores y culpas (¡Mala silla que me hizo tropezar!)  También sabemos que podemos  volver  a  pasar por esa  u otra equivocación .  A no  fallar en  los afectos que nos debemos unos  a   otros  Esta  nueva  visión de las posibilidades  humanas  ofrece  una  gran esperanza  de futuro,  conocer,  descubrir  una vacuna  contra  la  violencia,  aplicarla  como  prevención  y reiterarla  desde   la  educación.  Es importante  alfabetizar el espíritu,  prepararlo  para  la misericordia y el perdón mediante el  ejercicio  diario. Aprender a  mirar el mal  y la culpa sin miedo,  no como un baldón  insoslayable sino como signo  de  nuestra naturaleza  que a veces  nos  resulta  poco  conocida  por  nosotros  mismos. Tenemos experiencia  de haber sido  en algún  momento  víctima  u ofensor.  Desarmar el  lenguaje, no debe usarse como arma.  El  conocimiento  de nuestros límites  y  la comprensión  hacia los demás en cuanto seres  humanos son  la fuente de la cual  brotan  la misericordia y el perdón. Más humildad, no seamos ingenuos  de creer  que si una vez  derrotamos  el  mal  lo será  para siempre,  estemos  despiertos  y sin  engañarnos valoremos  nuestras  pequeñas  victorias.  
Vivimos en el mundo de la precariedad, de la incertidumbre, de la inestabilidad. La maldad  y la bondad  son frágiles, están  sujetas  al cambio.  Perseguir  el  supremo  fin  de la  justicia  requiere  de  parte de los individuos y la sociedad  el  ejercicio  constante  del  perdón,  del  discernimiento  y  la  humildad.  Los que  quieran  trabajar eficazmente  para  restaurar el  Reino  de  Dios en  este  mundo  no tienen  otra  opción que  la  de hacerlo  mediante  una pastoral del  perdón  y  la reconciliación. Cultivar la compasión,  la misericordia,  la ternura.   ¡Dios es así! .
Vida Ascendente Uruguay   2016

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