Chile: Cambio de Obispos Agosto 12, 2016
Se dice que san Antonio M. Claret expresó un día que el que
quisiera saber qué pasa en el mundo, acudiera a una sacristía o a un
convento de monjas. Es una exageración, pero tiene un no sé qué de
verdad que hace buscar en esos espacios lo que pasará mañana.
Todo esto en referencia a los cambios episcopales que debe vivir
nuestra iglesia chilena en estos meses. Según calendario (que se
aplicará o no, es decisión del Vaticano) debería pasar a retiro el
arzobispo de Santiago cardenal Ricardo Ezzati (enero 2017). Y ya han
quedado fuera de la cancha por la misma razón etaria, el arzobispo Pablo
Lizama (Antofagasta) y el obispo Alejandro Goic (Rancagua),
precisamente dos de los escasos obispos confiables en el armario
episcopal chileno.
Ante esta situación empiezan a correr los rumores, los trascendidos, las sospechas en los círculos clericales de sacristías y conventos. El Nuncio apostólico tiene una llave poderosa para abrir o cerrar candidaturas y hasta ahora se ha manifestado como bastanteimpredecible, dando paladas, unas de cal y otras de arena.
La voz común es que el arzobispo de Concepción vendría a Santiago. Se trata deFernando Chomalí, hombre de sesenta años, buen comunicador, seguro de sí mismo,algo obsesionado por el tema moral, hombre más de oficina que de pastoreo de base y que tiene como hándicap que conoce el panorama ya que perteneció al clero de Santiago hasta que fue nombrado arzobispo de Concepción.
Los comentarios de sacristía hablan de la promoción del obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, al arzobispado de Antofagasta y del obispo de Los Angeles, Felipe Bacarreza, al arzobispado de Concepción. Si es así, el cuadro arzobispal de Chile sería bastante decepcionante, ya que hay que sumar a Cristian Caro en Puerto Montt y aRené Rebolledo en La Serena.
Estas movidas están dentro de la lógica en un episcopado que hace ya muchos años dejó de ser la entidad iluminada y con visión de futuro de los tiempos de Carlos y Tomás González, Carlos Camus, Raúl Silva Henríquez, Fernando Ariztía, Alejandro Jiménez, Sergio Contreras, José Manuel Santos, Carlos Oviedo y otros.
Ahora, al escribir estos nombres, caigo en la cuenta de mis propios años y veo que entre la nostalgia de tiempos de lucha por una patria y una iglesia mejor, y la realidad actual, han pasado tanto tiempo y tantas desilusiones, que quedo descolocado. Entonces recuerdo la canción de Diego Torres y la voy tarareando mientras camino hacia el futuro que siempre está más allá de más allá:
“Deja de pensar que todo está perdido,
vuelve a despertar, que siempre hay un motivo
deja de pensar que no tiene sentido,
vuelve a imaginar que los ríos siempre dan al mar”.
Ante esta situación empiezan a correr los rumores, los trascendidos, las sospechas en los círculos clericales de sacristías y conventos. El Nuncio apostólico tiene una llave poderosa para abrir o cerrar candidaturas y hasta ahora se ha manifestado como bastanteimpredecible, dando paladas, unas de cal y otras de arena.
La voz común es que el arzobispo de Concepción vendría a Santiago. Se trata deFernando Chomalí, hombre de sesenta años, buen comunicador, seguro de sí mismo,algo obsesionado por el tema moral, hombre más de oficina que de pastoreo de base y que tiene como hándicap que conoce el panorama ya que perteneció al clero de Santiago hasta que fue nombrado arzobispo de Concepción.
Los comentarios de sacristía hablan de la promoción del obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, al arzobispado de Antofagasta y del obispo de Los Angeles, Felipe Bacarreza, al arzobispado de Concepción. Si es así, el cuadro arzobispal de Chile sería bastante decepcionante, ya que hay que sumar a Cristian Caro en Puerto Montt y aRené Rebolledo en La Serena.
Estas movidas están dentro de la lógica en un episcopado que hace ya muchos años dejó de ser la entidad iluminada y con visión de futuro de los tiempos de Carlos y Tomás González, Carlos Camus, Raúl Silva Henríquez, Fernando Ariztía, Alejandro Jiménez, Sergio Contreras, José Manuel Santos, Carlos Oviedo y otros.
Ahora, al escribir estos nombres, caigo en la cuenta de mis propios años y veo que entre la nostalgia de tiempos de lucha por una patria y una iglesia mejor, y la realidad actual, han pasado tanto tiempo y tantas desilusiones, que quedo descolocado. Entonces recuerdo la canción de Diego Torres y la voy tarareando mientras camino hacia el futuro que siempre está más allá de más allá:
“Deja de pensar que todo está perdido,
vuelve a despertar, que siempre hay un motivo
deja de pensar que no tiene sentido,
vuelve a imaginar que los ríos siempre dan al mar”.
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