jueves, 9 de febrero de 2017

COMENTAPAGOLA. Dgo.6°.Ciclo A. Ante todo LIBERTAD............

6º domingo Tiempo ordinario (A) 


Durante cuatro domingos más la liturgia sigue inspirada por el «sermón de la montaña». En su evangelio, san Mateo, apoyándose en abundantes citas bíblicas, proclama en todo momento que, desde sus orígenes hasta su muerte y resurrección, tanto en su enseñanza como en su comportamiento, Jesús da cumplimiento a las Escrituras. Para este evangelista, la novedad de la Buena Noticia y de la vida evangélica no se entiende sino dentro de la tradición de Moisés y los profetas. Nada lo muestra mejor que el modo como Jesús hace suyos los tres grandes «mandamientos» del respeto a la vida ajena, la fidelidad conyugal y la verdad de las palabras.
Ante todo, un principio fundamental: el legalismo no tiene en cuenta la intención de Dios, autor de la ley; pervierte el sentido de los mandamientos, haciendo que su cumplimiento resulte inútil de cara al reino de los cielos. El legalismo engendra la casuística, que, cuando no encuentra escapatorias, argumenta sobre las obligaciones para tratar de cumplirlas con el menos esfuerzo posible. De manera consciente o inconsciente, esta actitud hace de Dios un legislador lejano y frío, preocupado únicamente por mantener cierto orden moral de fachada. Sin embargo, Dios dio la ley con una intención totalmente distinta: «Seréis santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo» (Lv 11,45; 19,2). Y Jesús concluye el largo discurso recogido por san Mateo con idénticos términos: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (5,48). El legalismo, en cambio, al atenerse a la letra descuidando el espíritu, no puede dar más que una justicia legal, externa. Jesús, que «ha venido a dar plenitud» a las Escrituras, propugna la justicia según Dios y abre el cumplimiento de los mandamientos a perspectivas infinitas, hasta la perfección del amor. Proclama que la Ley reclama un compromiso total del ser, una obediencia gestada en lo más profundo de cada uno: en su «corazón».
Esta relación con los mandamientos excluye todo lo que, de cerca o de lejos, pueda parecerse a un ciego servilismo. Efectivamente, Dios considera a su criatura capaz de optar libremente por el porvenir de paz y felicidad que él le propone (Si 15,15-20). Quien medita la ley del Señor y conforma su vida a ella adquiere una sabiduría que no es de este mundo, porque le permite penetrar en los secretos del misterio de Dios (Co 2,6-10).

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