martes, 28 de marzo de 2017

DETODASPARTESVIENEN. LAICIDAD. !NOS QUITAN LA RELIGIÓN!

Hay compañeros/as que, ante algunos documentos que difundimos sobre temas de la laicidad, reaccionan diciendo: “¡NOS QUITAN LA RELIGIÓN!”. Probablemente se sienten desconcertad@s por nuestras propuestas de plantear la supresión de los símbolos religiosos de las instituciones públicas (hospitales, escuelas, etc.), pedir la separación plena de la Iglesia y el Estado o criticar que las leyes del Estado estén supeditadas a la moral católica (aborto, enseñanza, parejas de homosexuales, etc). .
No admiten fácilmente un pensamiento crítico a la luz de la Constitución “ninguna religión tendrá carácter estatal” (16.3) “Algunos cristianos han dado por perdida la batalla del pensamiento y se han refugiado en la emoción, la liturgia y el compromiso social. Se trata, sin duda, de buenos y nobles destinos; pero la “eclesÍa”, el Areópago, se ha quedado vacío. Y sin Areópago, sin un cristianismo “pensado” y argumentado, tampoco el cristianismo “sentido” tiene larga vida asegurada” (Pannemberg).

Conviene recordar, como todos sabemos, que el cristianismo procede de Jesús de Nazaret; que Jesús era judío, pero todo su comportamiento y sus palabras critican la religión oficial de su pueblo, la religión enseñada por los sacerdotes, por los doctores y por los ancianos. Jesús deshizo la religión de los judíos y no enseñó una doctrina religiosa, no fundó un culto, no fundó ninguna institución religiosa. Después de él, poco a poco, los discípulos montaron un edificio religioso que en los primeros siglos se mantuvo muy modesto, y solamente se desarrolló cuando la Iglesia fue adoptada como religión imperial romana.
Una cosa es la religión y otra la fe cristiana. Jesús no fundó la religión, solo promocionó un movimiento de fe. Jesús proclamó un evangelio, no estableció una religión. Este evangelio era el anuncio del reino de Dios en esta tierra. El reino de Dios debía ser como una nueva creación, una refundación de la humanidad, libre de la esclavitud del pecado, libre para formar un mundo de paz y de fraternidad, donde habitaría el mismo Dios. Jesús desplazó el centro de la religión. Ese centro dejó de ser el ritual sagrado, con sus ceremonias, su templo, su altar y sus sacerdotes y pasó a ser el comportamiento ético de una vida que, desde la propia humanidad, contagia humanidad, y desde su propia felicidad, contagia felicidad. De esta manera, la bondad ética sustituyó al ritual religioso.
Pero ocurrió que en la historia del cristianismo, el evangelio fue sustituido por la religión. Nació una religión cristiana que tenía todos los caracteres de las demás religiones. Muchas veces el evangelio quedó reducido a una pequeña minoría de creyentes en medio de una masa de personas religiosas que querían conservar el pasado e impedir los cambios para un mundo más humano. Ha habido situaciones en las que la institución eclesiástica luchaba contra los que querían seguir la inspiración evangélica. Ha habido casos en que el evangelio estaba siendo vivido por personas más o menos separadas de la Iglesia: la religión católica les parecía el mayor obstáculo para la búsqueda de un mundo más humano. ¿No decía Gandhi que le parecía extraño que los cristianos eran los que menos entendían el evangelio?
Entender más a fondo ese evangelio, clarificar esa distinción fundamental entre Cristianismo y religión nos permite comprender mejor la causa de la laicidad, la causa de la igualdad radical entre todos los seres humanos. Si no lo hacemos, si seguimos apostando por ‘lo religioso’, seguirá viva en nosotros una injustificada contradicción entre “ser creyentes y respetar efectivamente los derechos humanos de todas las personas, sean creyentes, agnósticos o indiferentes”
La Religión está tan arraigada en lo profundo de cada ser humano que resulta muy difícil el cambio de mentalidad. Con el cambio se juega la propia imagen, la propia seguridad, las propias creencias. No se trata de sustituir una Religión por otra. Es una nueva religiosidad. Se trata de cambiar lo sagrado por lo profano, lo divino por lo humano, no quedarse sólo con lo establecido. Es fácil, es cómodo, quedarse con lo de siempre, con lo divino, con lo que da seguridad. Los ritos los sacramentos, se consideran necesarios para sentirse bien, para tener la satisfacción de que hacemos lo que hay que hacer, que henos cumplido con las normas establecidas, con lo que “Dios manda”. ¿Es esto verdad?

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