RECONCILIACIÓN + 2X1 = IMPUNIDAD Por Domingo Bresci
1- El Episcopado debe reconocer que es más parte del “problema” que de la
“solución” de la violación de los DD.HH. en Argentina.
Hay suficientes evidencias de su:
Complicidad y participación por “acción y/u omisión” de sectores significativos de los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos con la actividad de las FF.AA.:
Razones de fondo:
• Coincidencias político-ideológicas con las FF.AA.: Para esos sectores de la Iglesia se trataba de una “cruzada” contra el comunismo y la subversión para salvar a la Patria y a la religión (Defender a la “civilización occidental y cristiana”) aplicando la “Doctrina de la Seguridad Nacional”(Consenso de Washington).
• Cuestiones de conveniencia: Era el modo de defenderse y apoyarse mutuamente.
POR LO TANTO:
Hay suficientes evidencias de su:
Complicidad y participación por “acción y/u omisión” de sectores significativos de los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos con la actividad de las FF.AA.:
Razones de fondo:
• Coincidencias político-ideológicas con las FF.AA.: Para esos sectores de la Iglesia se trataba de una “cruzada” contra el comunismo y la subversión para salvar a la Patria y a la religión (Defender a la “civilización occidental y cristiana”) aplicando la “Doctrina de la Seguridad Nacional”(Consenso de Washington).
• Cuestiones de conveniencia: Era el modo de defenderse y apoyarse mutuamente.
POR LO TANTO:
2- El Episcopado debe dejar su supuesta “neutralidad” que lo lleva a querer “reconciliar” a las “partes” desde una instancia superior y sin mancha y “reconciliarse previamente” con las víctimas, sus familiares y los organismos de derechos humanos a quienes durante muchísimos años no quiso recibir ni escuchar, ni miraba con buenos ojos (excepto algunos obispos).
DE LO CONTRARIO, LA RECONCILIACIÓN ENCUBRIRÍA LA IMPUNIDAD.
3- Para ello, entre otras cosas, debería dar a conocer las Actas de las reuniones de la Conferencia Episcopal y de la Comisión Permanente desde 1974 a 1984 donde constan las denuncias, reclamos y debates promovidos por varios obispos (De Nevares, Hesayne, Devoto, Angelelli, Ponce de León, Brasca…) y las denuncias y pedidos de ayuda de organismos de DD.HH.
EL EPISCOPADO SABÍA BIEN LO QUE PASABA.
4- También deberían dar a conocer las Actas de las reuniones entre la Comisión designada “ad hoc” (Laguna, Espósito, Galán) y la Comunidad Informativa de las FF.AA. (una por cada arma) en las cuales se hacía un seguimiento de los conflictos que se producían por el accionar de las FF.AA. sobre miembros y actividades de la Iglesia.
5- El Episcopado debería explicar públicamente por qué en su momento no se presentó como querellante en el asesinato de Carlos Mugica y otros sacerdotes; de religiosos/as, de laicos/as; del asesinato del obispo Angelelli (La Rioja) y los presuntos asesinatos de los obispos Ponce de León (San Nicolás) y Sueldo (Santiago del Estero).
SEGÚN LA FE CRISTIANA “HIJOS DE LA MADRE IGLESIA” Y “HERMANOS EN EL SEÑOR”.
6- Como signo de credibilidad y posicionamiento frente a la Sociedad Argentina
–en tiempos en que se ha intensificado el debate- debería afirmar explícita y públicamente:
a) Que en Argentina existió “terrorismo de estado” (se subordinó la Constitución al Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional).
b) Que hubo un plan sistemático de persecución, tortura, encarcelamiento, desapariciones y asesinatos, que constituyó un genocidio donde hubo víctimas y victimarios.
c) Que las FF.AA. y de Seguridad actuaron al margen y en contra de la Justicia Argentina y de los postulados de los Organismos jurídicos regionales e internacionales, según los cuales, las violaciones a los derechos humanos configuraron crímenes de lesa humanidad y por lo tanto, imprescriptibles.
NO HUBO “DOS DEMONIOS”.
d) El Episcopado debería reforzar el reclamo de los organismos de DD.HH. a las FF.AA. y de Seguridad de las listas de los desaparecidos para que los familiares –según nuestra fe cristiana- puedan ejercer sus derechos de saber ¿Quién se los llevó? ¿De dónde? ¿A dónde? y unirse a ellos en su corazón.
e) El Episcopado debería reclamar públicamente a las FF.AA. y de Seguridad, las listas y destino de los casi 400 niños/as apropiados y entregados por ellos y que nunca se ubicaron. El Episcopado sabe que donde esos niños/as nacieron hubo complicidad de religiosas, capellanes y movimientos de Iglesia que –en conciencia- deberían aportar los datos que tengan.
ESTA ACTITUD ES INDISPENSABLE PARA QUE LA SOCIEDAD CONSIDERE CREÍBLE Y COHERENTE EL PEDIDO PERMANENTE DEL EPISCOPADO POR LA VALORACIÓN DE LA VIDA.
f) El Episcopado debe “reconocer” públicamente (primer paso de una auténtica reconciliación) la complicidad y participación del Obispado militar y capellanes al servicio de las FF.AA. y de Seguridad, (como consta en sus mismas declaraciones y escritos y en el testimonio de las víctimas y de los mismos militares) que daban “consuelo y apoyo espiritual” a los que violaban –de múltiples formas- los derechos humanos de los secuestrados y más grave aún, justificaban “moralmente” su accionar, inclusive las torturas.
EL DIOS DE LOS JUSTOS HACE JUSTICIA.
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