La archidiócesis de Madrid pone en marcha el Servicio de
Asistencia Religiosa Católica de Urgencia (SARCU)
Me alegro de este nuevo servicio que la Iglesia madrileña
va a prestar de ahora en adelante y que, sin duda, puede ayudar a personas que
tienen esta grave demanda en momentos
muy difíciles de su vida. Hay que agradecer también a las personas (curas y
diacónos me ha parecido leer) que van a ofrecer esta disponibilidad de su
tiempo como servicio.
Junto a esta alegría y agradecimiento, espero ver algún
día esta noticia u otra similar:
La Archidiócesis de Madrid (o de cualquier otro lugar)
pone en marcha el (PIVFCOMSER) Plan de Importancia Vital para la Iglesia, para
Formar Comunidades vivas, corresponsables, donde las necesidades de cada
comunidad se puedan ver atendidas por Servidores (ministros) adecuadamente
formados, varones, mujeres, célibes y
casados, teniendo en cuenta los dones y carismas con que el Espíritu provee a
las comunidades y que deben ser reconocidos, estimulados y coordinados por la Iglesia, después de un adecuado
proceso de reflexión, en clima de Comunión.
En este Plan - que no será de Urgencia- sino de
Importancia Ineludible o Vital, y por ello necesitará de un tiempo para implementarse,
no se atenderá sólo la administración de sacramentos, ni al culto, como se
viene haciendo hasta ahora de forma dominante,
sino que se tendrán en cuenta otros planes pastorales específicos, de la
Diócesis en general y de las comunidades en particular. Y se tendrá en
consideración que ninguna comunidad quede sin ser debidamente atendida por
personas que se han formado en su interior y la han servido durante años de
forma probada.
Por supuesto que los sacramentos son muy importantes; y
especialmente como centro de la vida de la Iglesia lo es la Eucaristía vivida y
celebrada. Por eso no podrá haber
comunidades que se queden sin celebrar la Eucaristía dominical. Tampoco habrá
presbíteros "pluriempleados" que tienen que atender a varias
parroquias; incluso en el caso de los pueblos tomar "carretera y
manta" para atender - cultual y sacramentalmente hablando, que no
pastoralmente, porque es imposible- a un gran número de ellos.
Y no los habrá, sencillamente, porque tiene que haber
laicos suficientes, o religiosos/as no
ordenados - hasta el momento- a quienes se pueda encomendar la presidencia de la Eucaristía, celebrada y
vivida por todos los asistentes. Poco a poco se dejará de escuchar aquello de
que "el cura nos dijo, o/ nos dio la misa", porque la gente tomará
conciencia de que todos juntos celebramos la Memoria de Jesús, que tratamos de
llevar a nuestras vidas, aunque un ministro ordenado la presida.
En vez de ir cerrando parroquias por falta de curas y de
restringir las reuniones de Arciprestazgo a unos pocos curas con determinados
nombramientos a los que se les puede controlar mejor (no digo que esa sea la
intención, pero la realidad es que se excluye a otros que no tienen
nombramiento canónico y que también podrían aportar), se pondrá a laicos
debidamente probados durante años en sus comunidades a coordinar todas las
parroquias que hay sin presbítero y a impulsar nuevas comunidades pequeñas, al
estilo (por ejemplo) de los llamados "Grupos de Jesús" (por poner un
ejemplo) , de las comunidades de base- con diverso nombres - que ya existen y
de otras que se puedan poner en marcha con creatividad.
Para este Plan habrá que considerar varias opciones, (diaconado, ordenación de
nuevos ministros varones y mujeres, incorporación de presbíteros casados) pero
sobre todo buscar coherencia, consistencia y continuidad en las soluciones y no poner parches, afinando en la
eclesiología y en la pastoral. También desde luego, habrá que afinar y mucho en
la formación de los actuales seminaristas y en
otros nuevos modelos de formación adaptada a la vida real de los nuevos ordenados y a la cultura de las comunidades en las que
se inserten los nuevos ministros-servidores, debidamente reconocidos por el
Obispo y por Roma.
En este Plan no se darán más tareas añadidas a los
actuales curas, para no desbordarlos y
para seguir permitiendo su formación continua y el cultivo de su vida de
espiritualidad, (excepto a lo mejor, lo que toca a la confesión individual , a
esas nuevas tareas de urgencia diocesana para que las que se reclama a un
sacerdote y a la formación de los nuevos
ministros- servidores) para no fomentar
el clericalismo y la dependencia que, al final, se transforma en carencia y
pasividad; para estimular la vida comunitaria; para reconocer y alentar los dones y carismas del
Espíritu que sopla en todas las comunidades.
Para poder poner en marcha este Plan tenemos que dialogar
mucho y ampliamente, curas, laicos/as, religiosos/as, estudiar detenidamente
nuestra realidad, de manera valiente, sin poner barreras antes de analizar los
problemas y las posibles soluciones. Tenemos por supuesto que orar
sinceramente, porque solo esa actitud nos proporcionará las actitudes
adecuadas de caridad, respeto mutuo,
sinceridad…y el valor para "echarnos al monte" y salir del redil con
alambradas en el que damos vueltas una y otra vez.
Tal vez nos ayudaría sustituir esas antiguas y bonitas
imágenes ,que la gente en tiempos de Jesús entendía bien, de ovejas y pastores,
por las de un Pueblo en marcha, guiados
por Jesús, el único y verdadero Buen
Pastor, donde nadie se puede desentender de la marcha de la comunidad local y
universal, ni del mundo en el que vive para contribuir a la venida del Reino,
en vez de esperar a que otro viva por él la vida de comunidad en Jesús.
¿Obstáculos? Muy fuertes. Los principales: los clérigos
carreristas con poder que no quieren que este se les escape de las manos. Los
"panzistas" vividores , de cualquier estamento eclesial, que no
quieren que se les despierte de la siesta
y vegetan en esta actual situación que no les trae mayores problemas,
disfrutando de sus privilegios; y los "temerosos" con vértigo, que
meterían en una jaula al Espíritu para que no les saque de sus esquemas cortos
de vuelo.
Hay otros obstáculos, en el clericalismo de los propios
laicos y en el acostumbrarse a pastar en prados que otros les proporcionan y
que a veces no son los de Jesús, el Cristo. Pero los peores, los más duros, son
los corruptos que están instalados en un poder que se sostiene sobre la actual
situación. Y están apoyados por otros poderes políticos y económicos, no
cristianos a los que les viene bien que las cosas sigan como estaban en la
Iglesia.
Por supuesto, tenemos esperanza a la hora de poner en
marcha este Plan, porque, por un lado siempre está la conversión que Dios nos
ofrece y, por otro lado la fuerza de un Pueblo en marcha, que se siente todo él
discípulo misionero y que despierta de la servidumbre y de todo "borreguismo" que no sea seguir a
Jesús incondicionalmente. También David, con la ayuda del Señor, pudo vencer a
Goliath.
Y cuando alguien nos pregunta. ¿De verdad creéis que es
posible este cambio, en el mundo en general y en España en particular? les
repondemos: - desde el Evangelio, desde nuestra conciencia cristiana y mirando la primera gran Tradición de la
Iglesia, junto a las necesidades de nuestro mundo, es un plan irrenunciable de
evangelización. Todo aquello que es irrenunciable desde la perspectiva del
Reino, ha de ser posible, porque Jesus nos dijo que el Reino ya está entre nosotros.
En nuestras manos, en oración y guiados por el Espíritu
está irlo alumbrando. El papa
Francisco y su propuesta eclesial y humana
son una muestra excelente de lo que "es posible". Hace años,
muchos no lo hubieran soñado, en un pasivo sueño carente de fe, tibio y
desesperanzado, pero otros muchos lo soñaron de forma activa, rezando y
apostando fuerte, y ha podido ser.
Así que ¡¡¡ Viva el PIVFCOMSER se llame como se llame; y, adelante con él,
cuanto antes, en todas las diócesis del mundo!!!
(Por supuesto, el
SARCU madrileño puede hacer parte coherente del PIVFCOMSER. Depende de los
enfoques pastorales que se le de; y de que se acompañe con otras iniciativas
complementarias...)
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Sigo recomendando encarecidamente la lectura de los dos libros del obispo Fritz
Lobinger:
Equipos de Ministros ordenados y El Altar vacío (ambos en
Herder) . Pueden ser un gran acompañamiento-orientativo para este Plan
Pastoral. Así lo acreditan los Obispos de la Amazonia y otras diócesis en
diferentes latitudes.
Abiertos a vuestros comentario y reflexiones que nos
enriquecen.
Un abrazo fraterno
Emilia Robles
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