Seguidamente la reflexión de Alicia.
Queridos hermanos:
Recojo el guante respecto al
comentario sobre la posición de mi país entre los 10 primeros del mundo por la
cantidad de católicos. De todos modos, no lo tomo como un atrevimiento sino
que, como argentina, me siento interpelada.
Es muy cierto que hay una
incongruencia entre el porcentaje de católicos y los bajos índices de calidad
de vida de gran parte de la población. Pero eso ocurre por una falsa
interpretación de los datos.
Para explicarlo planteo una simple
pregunta: ¿Qué significa ser católico?...
¿Basta ser bautizado? ¿Haber recibido
la comunión? ¿Haber contraído matrimonio religioso? ¿Asistir a misa? ¿Llevar la
estampita de algún santo en la billetera, una cruz o una medalla de la Virgen
colgada al cuello? ¿Rezar alguna vez o santiguarse al pasar frente a una
iglesia? ¿Armar el pesebre en Navidad y no comer carne en Semana Santa?...
Pues, queridos hermanos, lamento
decirles que para tener el privilegio de estar en el “Top Ten” de los países
católicos basta contabilizar la cantidad de bautizados… Ni siquiera cumplir
alguno de los otros requisitos mencionados (Más allá de que sepamos que todos
ellos juntos son absolutamente insuficientes para ser discípulo de Jesús).
Puedo agregar algo más: conozco
infinidad de ateos o agnósticos que bautizan a sus hijos… por las dudas… por
tradición… o porque su cónyuge así lo desea. Otros que contraen matrimonio
religioso sólo para tener ocasión de hacer una espléndida fiesta (con atuendo
incluido que, dados los motivos, no pasa de ser un disfraz). Otros atribuyen a
la estampita poderes casi mágicos, que no están muy lejos de los que podría
cumplir cualquier amuleto. Y hay algunos para quienes el resto de las prácticas
mencionadas son simples rituales, producto de la costumbre, que a veces
adquieren dimensiones grotescas cuando se celebra, por ejemplo, el nacimiento
de Jesús reemplazándolo por Papá Noel, o cuando se cree estar en santidad con
un simple ayuno, mientras se ignora el significado de la Pascua.
Y todas esas personas, queridos
amigos, mal que nos pese, son consideradas católicas por el hecho de haber sido
bautizadas. Algunas, incluso, reniegan de la religión que le adjudicaron sus
padres en la más tierna infancia pero, al no haber apostatado, figuran como
tales en los archivos eclesiales. Aunque por otro lado formen parte o apoyen
gobiernos corruptos, reivindiquen golpes de Estado, tengan actitudes xenófobas
o exploten a su empleados, mientras acallan su conciencia colaborando con
alguna institución benéfica… Se trata, por lo tanto, de una pertenencia que no
es real, sino meramente estadística.
Me parece que eso explica los números
que muestran a mi país con altos porcentajes de católicos, mientras la riqueza
se acumula en manos de unos pocos y la desigualdad se profundiza.
Abrazos fraternos.
Alicia
No hay comentarios:
Publicar un comentario