El derecho
a la desconexión digital ya existe en Francia. En parte como respuesta a los
múltiples casos de burnout (agotamiento por exceso de trabajo) que se han
producido en los últimos años como consecuencia de la presión laboral (8).
Ahora los trabajadores franceses pueden dejar de responder a mensajes digitales
cuando termina su jornada laboral. Francia se convirtió así en pionera de este
tipo de leyes, pero todavía quedan incógnitas sobre cómo se aplicará esa ley.
La nueva norma obliga a las compañías con más de cincuenta empleados a abrir
negociaciones sobre el derecho a estar offline, es decir, no contestar e-mails
o mensajes digitales profesionales en sus horas libres. Sin embargo, el texto
no obliga a llegar a un acuerdo ni tampoco fija ningún plazo para las
negociaciones. Las empresas podrían limitarse a redactar una guía orientativa,
sin la participación de los trabajadores. Pero la necesidad del digital detox,
de estar fuera de las redes y darse un descanso de Internet, queda planteada.
La sociedad de consumo, en todos sus aspectos, ha dejado de seducir.
Intuitivamente sabemos ahora que ese modelo, asociado al capitalismo
depredador, es sinónimo de despilfarro irresponsable. Los objetos innecesarios
nos asfixian. Y asfixian al planeta. Algo que la Tierra ya no puede consentir.
Porque se agotan los recursos. Y se contaminan. Hasta los más abundantes (agua
dulce, aire, mares…). Y ante la ceguera de muchos Gobiernos, llega la hora de
la acción colectiva de los ciudadanos. En favor de un desconsumo radical.
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