Recuerdo sus expresiones de gratitud, que eran sin también tuyas: "Atilano, te agradecemos la influencia que tus orientaciones y compañía han influido en nosotros". Cuando le alabé su compromiso cristiano hasta el sacrificio, me respondió: "¿No es esto lo que aprendimos en las reuniones de grupo? Había que ser coherentes, ¿no?". Me alegro de todo lo que mi acción pastoral han influido en vuestra vida humana y cristiana, gracias a vuestra gran docilidad; confieso agradecido que vuestro testimonio y el de los compañeros me impactó y alentó mi entrega.
¡Qué hermosa la afirmación de Antonio Machado que os recordé en el funeral de Carmen Grasseni: "Vive el que vivió (es decir, el que amó), y lleva el que dejó". Mucho se ha llevado Marío a juzgar por lo mucho que ha dejado. En la primera Eucaristía que celebré después de conocer la noticia de su fallecimiento, le encomendé a él, a ti y a tu familia. Hasta ahora os acompañaba a distancia de 11.000 kilómetros, ahora nos sentimos acompañados por él muy de cerca, aunque es la oscuridad de la fe. Besos y abrazos de comunión en el dolor y en la esperanza cristiana, de vuestro amigo y hermano en la fe. Atilano
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