Hubo, mucha gente. Jorge Alonso, que conoce el templo, ¡se puede decir que lleno! Y había un cierto calor psicológico, vibración. Procuré preparar bien el guión; no me convertí en centro, sino que convertí en centro a la comunidad. Acepté la celebración pensando en la proyeción pastoral y evangelizadora. Por lo menos algunos alejados de la fe vinieron en homenaje a mí; yo pretendía convertir la celebración en invitación a ellos a la fe. La gente, bastante cordial conmigo. Un periodista amigo puso una pequeña nota con mi vida y milagros.
¿Qué tal el ambiente primaveral ahí, en lo psicológico, en lo social y en lo climatológico? Aquí vamos ya de cabeza al invierno. Nuestra política ya sabéis cómo anda. Abrazos y besos de saludos a todos vuestros familiares, a los hermanos de San Felipe y Santiago, a los comunes amigos (María del Huerto, por ejemplo; a Raúl, sin faltar; me acordé especialmente de él en la celebración), a los hermanos claretianos, a Jorge y Lucía. Terminé las expresiones de gratitud en la celebración con esta pregunta, que os hago también a vosotros: ¿En qué más os puedo servir? Como siempre, los últimos besos y abrazos, para vosotros, Cristina y Eduardo, los últimos que son los primeros. Con mucho afecto y gratitud, vuestro amigo fraternal. Atilano
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