Original: «Concilium» 246(abril 1993)159-170
El Primer Mundo no parece estar para mesías ni para mesianismos. En él ya no hay lugar para las utopías de los pobres y es notorio el déficit de líderes que las quieran mantener. Y como en ese mundo lo real es lo de ellos, y como ellos han decidido -modernista, posmodernista o pragmáticamente- que ambas cosas son irreales y sospechosas, resulta que ya no está de moda hablar de mesianismos ni de mesías. Y si a esto añade que la historia -y esto sí hay que tenerlo seriamente en cuenta- muestra los peligros que conllevan ambas cosas: populismos, paternalismos, dictaduras, ingenuidad, fanatismos, agresividad… la conclusión es que poco se puede hablar ya de mesías y de mesianismos. A lo sumo se tolerará, con benevolente superioridad, como pecado de pueblos jóvenes…··· Ver noticia ··
El Primer Mundo no parece estar para mesías ni para mesianismos. En él ya no hay lugar para las utopías de los pobres y es notorio el déficit de líderes que las quieran mantener. Y como en ese mundo lo real es lo de ellos, y como ellos han decidido -modernista, posmodernista o pragmáticamente- que ambas cosas son irreales y sospechosas, resulta que ya no está de moda hablar de mesianismos ni de mesías. Y si a esto añade que la historia -y esto sí hay que tenerlo seriamente en cuenta- muestra los peligros que conllevan ambas cosas: populismos, paternalismos, dictaduras, ingenuidad, fanatismos, agresividad… la conclusión es que poco se puede hablar ya de mesías y de mesianismos. A lo sumo se tolerará, con benevolente superioridad, como pecado de pueblos jóvenes…··· Ver noticia ··
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