Cuanto más comunicados estamos,
cuantas más informaciones recibimos, cuantas más redes nos relacionan… menos tiempo dedicamos a la reflexión, a entrar en nosotros mismos, a encontrarnos en un cuerpo a cuerpo vital con los demás y menos nos miramos a los ojos. En la estela misma de la búsqueda está ya la alegría del encuentro. La belleza también se marchita. Pero deja una luminosa cicatriz que no la puede desdibujar ni la cirugía del tiempo y el olvido. Qué alegría cuando al caer la tarde vuelvo cansado a casa y encuentro mi hogar encendido y habitado. Alguien que tiene la capacidad de maravillarse, contemplará verdaderos milagros a su alrededor. Empezando por su propia vida. Incluso cuando es de noche, la luz del sol nos llega reflejada por la luna. MiguelAngelMESA
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