Estimados:
leí, hace unos días en este blog, el artículo del biblista Xavier Pikaza que
nos hizo pensar.
Afirmaba que el Papa Francisco, en la Exhortación “Querida
Amazonia”, hizo muy bien en no aprobar la
ordenación sacerdotal de hombres casados (los “viri probati”, hombres de íntegra
conducta) y en no conceder los ministerios
ordenados a mujeres que cumplieran funciones pastorales en dicha zona. Alegaba
como fundamento de su postura que, en el momento actual, la Iglesia no está preparada
para tal decisión porque sería aumentar
y favorecer “el clericalismo” ya existente y que nos hace tanto daño. Daba a entender que en otro momento se
pudiera dar la aprobación, pero ahora no.
Pero hace unos días leí en este
mismo blog la opinión totalmente contraria de Leonardo Boff, que lamenta que Francisco no haya aprobado la
solicitud que fue mayoritariamente votada en el Sínodo para la Amazonia. Explica
con claridad que él entiende el ministerio sacerdotal ligado al servicio de la comunidad
y no al poder sacramental de consagrar. Y pone como escenario las comunidades
de la Amazonia. Trae citas históricas y afirmaciones teológicas irrefutables. Dice
textualmente que al Presbítero: “se lo
desplazó del eje de la comunidad al eje del poder”. Lo que se quiere del,
es que sea en la comunidad, cohesión y
unidad. Pero lo que predomina ahora es el poder ligado al altar, sin referencia
a la comunidad.
En este sentido da la impresión que,
tanto Pikaza como Boff, coinciden bastante en su visión del clericalismo. Pero
difieren en que el primero da por
sentado que el clericalismo es un fenómeno extendido a toda la Iglesia de
manera unívoca, universal. Y en cambio Boff
, sin negar que sea una realidad generalizada,
lo refiere al contexto cultural y geográfico de la Amazonia. Allí, entre
los indígenas casados, ya ordenados, el clericalismo no tendría tal virulencia
por estar abocado al servicio y guía de la comunidad, más que al servicio del
altar y, por tanto, del poder, sin excluir, por supuesto, que la Eucaristía es insustituible
en la formación de la comunidad. Además se está hablando, no de la Iglesia universal, sino de
la iglesia Particular de la Amazonia, para la cual se pide hasta un rito más inculturado
de la misma liturgia, similar al de los otros 24 que ya existen en la iglesia católica desde
hace siglos. Un Rito Amazónico o similar.
Me da la impresión que este problema
no está en las bases de la Iglesia, en lo que llamamos el pueblo fiel, que no
tiene problemas en aceptarlo.
Está en los estratos más elevados, en los que
forman la “cabeza”, los teólogos de otra línea, los que conforman la jerarquía,
alineada en otra corriente.
Hasta puede ser que sean posturas existenciales,
más que conceptuales e ideológicas.
Las razones que da Boff, tanto históricas
como teológicas, las entienden perfectamente pero a ellos no les hacen mella.
¿Será la edad, la formación, el miedo de que se suprima el
celibato en toda la
Iglesia, la aceleración de los cambios del mundo…?
No sé. Pero dialogar con
ellos, a veces, es algo parecido a lo que nos sucede cuando discutimos con los
Testigos de Jehová: es tiempo perdido.
Boff no deja de seguir a Francisco.
Lo exime de culpa aduciendo que, “al parecer, se rinde a los temores y a la
presión de los grupos conservadores, posiblemente por el riesgo de una escisión
dentro de la Iglesia”. Con otras palabras, trata de evitar que se produzca
un cisma. Sin embargo no pierde la esperanza. “Llegará
este momento para los viri probati indígenas y principalmente para las
mujeres dentro de la Iglesia romano-católica.
Pero cómo se demora…!” Jorge
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