Mis recordados hermanos/as, amigos/amigas de la Ceb. SanFelipeySantiago Hace
unos días os envié la reflexión A la Pascua por la cuaresma. Hoy quiero
compartir con vosotros y vosotras una reflexión sobre la pandemia que nos azota
y nos impide el encuentro físico que añoramos. ¿Qué me sugiere a mí como
cristiano esta situación que ha creado en las personas, en las familias, en la
sociedad universal?
1º- Muchas veces hemos
comentado en nuestras reuniones que las situaciones dramáticas, las tragedias,
los acontecimientos trágicos, los tsunamis no los envía nuestro
Padre-Madre-Dios, sino que el resultado de las leyes de la naturaleza o de la
culpabilidad humana. Dios respeta escrupulosamente las leyes de la naturaleza.
Le duelen a él, a nuestro Hermano y nuestra Madre nuestros sufrimientos. Dios
respetó la libertad de los hombres y contempló dolorido la muerte en cruz como
un delincuente de su "Hijo amado".
2º- Todo
acontecimiento conlleva un mensaje amoroso de Dios Padre, que hay que
descubrir y asimilar. Dios nos habla a través de los acontecimientos de la vida
y de la historia. Tal vez, espera que este terremoto sea una movida violenta de
la cama para que despertemos. En primer lugar, hay que decir que quiere
"que todo contribuya para el bien de los que lo ama", como señala
Pablo. Dios quiere que saquemos bien del mal. Afirma el dicho español: "No
hay mal que por bien no venga". Hay que descubrir ese bien que puede
aportarnos el mal. Se ha producido un hambre feroz en Palestina a causa de un
pertinaz sequía. A propósito de ella, escribe a los Corintios: "La
prestación de vuestras ayudas no sólo cubre las necesidades de los consagrados,
sino que redunda amás en muchas gracias que se dan a Dios; al comprobar el
valor de la prestación, alabará a Dios por lo obediente que es la fe que
profesáis al Evangelio de Cristo y lo generosa que es vuestra solidaridad con
ellos y con todos; al ver el extraordinario favor que Dios os muestra
expresarán su afecto orando por vosotros. Bendito sea Dios por ese don
inefable" (2 Cor 9,12-15).
3º- Esta situación
está siendo para nosotros una escuela de generosidad, en la que muchas y muchos
nos desafían con su heroísmo. ¡Qué justificado el aplauso desde nuestras
ventanas a médicos, enfermeras y tantos voluntarios y voluntarias que arriesgan
su vida por servir, de tantos que se ofrecen a prestar su ayuda a enfermos
imposibilitados o ancianos incapacitados para hacerles sus recados. Ellos son
para nosotros una llamada a la generosidad, recordando el dicho del Señor:
"Hay más alegría, más riqueza en dar que en recibir".
4º- Varios me habéis
confesado lo duro que os resulta el aislamiento a que estáis sometidos/as. No
es mi caso por convivir con mis hermanos de comunidad, pero esto me hace pensar
en personas que viven permanentemente aisladas, sufriendo una atroz soledad.
Esta situación nos invita a valorar lo que significa en nuestras vida la
convivencia, la cercanía de las personas. He escuchado a varios enfermos que
sólo esperan una visita, una llamada por móvil, una expresión de afecto; a
veces me lo confiesan con lágrimas en los ojos. ¿Hemos pensado si hay en
nuestro entorno personas a las que podemos hacer el regalo de nuestra compañía,
el regalo de algún gesto, alguna palabra de aliento?
5º- Trágica, desde luego,
la situación de Italia: ¡4.000! muertos ha provocado este huracán. Pero
recordemos una tragedia mayor de todos los días, que como es diaria y no
publicitada, no nos impacta. Creo que son seis millones de personas que mueren
al año por el hambre, por falta de medicinas, por falta de recursos humanos. Son,
ciertamente, 30.000 los niños que mueren al día por esta misma razón.Pero
están lejos, y los países ricos, los ciudadanos del Primer Mundo no nos
enteramos. Los científicos del Primer Mundo, los Gobiernos están trabajando a
contra reloj para hallar una vacuna con el Covid-19; la vacuna contra el hambre
y la miseria la ofrece la tierra con sus frutos.
6º- Lo sabio es que este
tiempo de reclusión deje huella en nosotros. Tenemos oportunidad de hacer lo
que, tal vez, en tiempos normales no podemos: Aprovechar para profundizar en
nuestra formación humana y cristiana, tiempo para dialogar más pausadamente con
las personas con quien convivimos, dedicar más tiempo a la oración. En este
sentido, no olvidarse de nuestro compromiso del rezo del Padrenuestro y la
Salva, para encontrarnos comunitariamente en la presencia del Padre, el Hermano
y la Madre. A las siete en punto de la tarde.
7º- Los vivís permanente
bien alimentados espiritualmente, os duele el ayuno espiritual. No es el caso
de los que somos sacerdotes, pero pensemos en tantos cristianos y cristianas
que pasan trimestres enteros sin pode participar del don de la Eucaristía. Es
una llamada a valorar la mesa espiritual opulenta de que gozamos. Como
sugerencias, os recuerdo la posibilidad de participar en la Eucaristía a través
de los medios de comunicación: televisión y radios. Os invito a práctica
tradicional de la "comunión espiritual".
8º- Hemos de procurar que
la pandemia no debilite lo que el Espíritu Santo ha unido. Que crezca en los
grupos, en la Comunidad San Pablo, en la Comunidad de "San Felipe y
Santiago" "lo que Dios ha unido". Que salgamos fortalecidos en
la fraternidad. Por la comunicación a la comunión. Tenemos, gracias a Dios,
suficientes medios para ello: Teléfonos, móviles, correo electrónico. Es
cuestión de contagiarnos entusiasmo. El Señor quiere que salgamos fortalecidos
en este desierto, como él salió fortalecido de la cuarentena del
desierto.
Os recuerdo a todos y a
todas con mucho afecto y gratitud. Oro por vosotros/as. Añoro vuestra presencia
física, pero me siento muy unido espiritualmente a todos y a todas. Besos y
abrazos cordiales para vosotras/os y para los vuestro. Vuestro hermano y amigo,
Atilano
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