jueves, 24 de septiembre de 2020

Página ESPIRITUALIDAD, de Miguel Ángel MESA, desde Madrid. Edi. Paulinas.- Malditas sean las vallas del odio, de la discriminación.....

¡Malditas sean   todas las cercas!

(Pedro Casaldáliga)

Malditas sean las vallas del odio, de la discriminación, del racismo, que nos alejan a unos de otros, con sentimientos de rechazo, exclusión y rabia hacia quien se piensa que es inferior y despreciable por su condición social, por su opción religiosa, sexual, política...

Benditos sean losgestos de acercamiento fraterno e inclusión hacia quien es diferente, a quien tiene otro color de piel, condición sexual u otra manera de pensar, a quien vive en la pobreza porque se le ha impedido disfrutar de las mismas oportunidades que nosotros.

Malditos sean losmuros que nos impone un capitalismo feroz, insaciable y desalmado, que aumenta las diferencias entre las clases sociales, excluye a millones de personas a los márgenes, sin trabajo ni protección alguna, somete a la pobreza y la miseria a la mitad de la humanidad y destruye la naturaleza.

Benditas sean lasredes políticas, sociales, religiosas, que crean alternativas de trabajo para las personas que carecen de él; luchan contra la inhumanidad de los desahucios; se esfuerzan por proporcionar salud física y psicológica a quienes no encuentran apoyo alguno; se enfrentan a las grandes empresas para que traten dignamente a sus trabajadores y luchan por preservar la biodiversidad de nuestro mundo.    

Malditas sean lasbarricadas que producen las guerras, ideadas en su mayoría por las grandes potencias occidentales, para afianzar su influencia geoestratégica, fomentar el comercio asesino de armas, crear odio entre los pueblos y destrozar sus infraestructuras, para luego seguir ganando sus grandes corporaciones con la reconstrucción.

Benditas sean las personas que llevan en su corazón la no-violencia, que no significa pasividad y conformismo, sino valentía y creatividad para enfrentarse y resolver cualquier tipo de conflicto, enfrentamiento o violencia en la sociedad, buscando la verdadera paz que nace de la justicia, la reconciliación y la concordia.

Malditas sean lasfronteras conconcertinas, con alambradas o vallas electrificadas, las leyes anti-inmigración y deportación, que niegan el derecho internacional para que las personas puedan desplazarse con libertad a otros países, y que lo único que demuestran no es el miedo a la inseguridad y la delincuencia, sino su inhumanidad y su aporofobia, es decir, el rechazo a las personas pobres por el simple hecho de serlo.

Benditas las ONGs, las asociaciones, las manos y los corazones de las personas que acogen, que abrazan, que desobedecen las leyes injustas y acompañan al centro de salud, a la oficina de extranjería para obtener los papeles, que denuncian los CIE; que se dejan contaminar por el virus de la acogida, la hospitalidad y la fraternidad sin fronteras, pues ningún ser humano debe ser ilegal en ningún país del mundo.

Malditas sean las élites políticas o económicas que solo buscan vivir de apariencias, lujosamente, adquirir poder, imponer sus ideas y sus decisiones, eliminar a quienes se opongan a sus argucias, a sus negocios corruptos y fraudulentos, a sus mentiras y falsedades.

Benditos sean los grupos y las personas que se enfrentan, con la limpieza de corazón y la verdad, a estos círculos de poder para defender a los más débiles, contra los recortes sociales y la corrupción, mediante la libertad de opinión, la solidaridad y la denuncia de cualquier actividad delictiva o perjudicial para los derechos de la ciudadanía.

Maldita sea la hipocresía de quienes dicen defender la ecología y la naturaleza de nuestro mundo con políticas verdes, cuando no hacen más que esquilmar vorazmente sus recursos naturales, provocar con gases de efecto invernadero el cambio climático, ensuciar con millones de toneladas de residuos y plásticos los océanos, los ríos, las ciudades y pueblos, perjudicando gravemente la salud y la vida de la gente y de cualquier otro ser vivo.

Benditos sean los hombres y mujeres que se esfuerzan en su vida diaria por reducir, reutilizar y reciclar, que no derrochan el agua, que separar los residuos de su basura, que intentan consumir y vivir responsable y sencillamente, para que otros sencillamente puedan vivir, que denuncian y luchan contra cualquier actividad que atente contra la naturaleza o la vida de cualquier ser viviente en nuestra Tierra, de la que se sienten sus hijos e hijas.

Malditas sean las leyes que fomentan las diferencias y la desigualdad entre hombres y mujeres, que aprueban quienes pretenden mantener los privilegios de unos sobre otras en la sociedad, en la empresa, en la casa, mediante políticas patriarcales y machistas; quienes emplean su poder, su palabra, su fuerza para mantener en silencio y sometidas a las mujeres.  

Benditas sean las mujeres (y los hombres que las acompañan) que luchan desde la búsqueda de la equidad de género, por eliminar la violencia machista o las diferencias en cualquier orden de la vida y la marginación de la mujer, pidiendo un mismo sueldo por un mismo trabajo y esforzándose por conseguir la igualdad de oportunidades, en una sociedad donde no haya más sumisión y se socialicen las tareas domésticas y de cuidado.  

Malditas sean lasempalizadas que levantamos en el corazón, que se alzan para que no se pueda traspasar ni trepar por ellas y saltarlas con confianza, impidiendo así acercarnos, encontrarnos, escucharnos y dialogar unos con otros.

Benditos sean los corazones libres, desarmados, abiertos a la sorpresa y al encuentro, a la luz del nuevo día y a la esperanza, a la cordialidad, la ternura, la compasión y la simplicidad. 

Porque esta es nuestra Tierra, queridas hermanas, hermanos, la que tanto amamos y disfrutamos, entregándonos comprometidamente para mejorarla cada día, pues somos sus hijas e hijos. Para que sea otra tierra más bella, reflejo de un cielo que transparente la libertad, el amor, la solidaridad y la justicia.

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