Estimado Pablo, te envío mi saludo, a través de Eduardo, porque me acabo de enterar del fallecimiento del querido hermano en la fe Paul Dabezies. Una noticia muy triste para mí, agravado por el hecho de no haber podido acompañarlo y despedirme en forma presencial en su velatorio. La tristeza y el dolor son más fuertes en estas circunstancias con tantas limitaciones, debido a la pandemia y también a la fragilidad biológica.
Quiero
transmitirle a sus familiares y a la comunidad católica mi gran aprecio
por su persona y cuánto valoro su entrega y vocación pastoral que tanto
me ha inspirado.
Porque
Paul junto a tantos otros creyentes cristianos forman esa "gran nube de
testigos" que sembraron en esta tierra, a través del tiempo, la semilla
fértil del Evangelio, quienes nos alientan a ser agradecidos y superar
las pruebas en circunstancias difíciles, y correr la carrera que tenemos
por delante puesto los ojos en el Señor Jesús, la fuente de nuestra fe.
Pienso
en los Obispos Parteli y Mendiharat, Mos. Haroldo Ponce de León,
"Perico" Pérez Aguirre, Juan Luis Segundo, Romi Lezama, José Bonifacino, Padre Cacho, Mauricio Silva, y tantos otro católicos,
clérigos, religiosas, laicos, hombres y mujeres, que , como Paul, con
espíritu abierto, ecuménico, han dedicado sus vidas en favor de los
pobres y desamparados, brindando amor, consolación, fortaleza
espiritual, paz, respeto y dignidad.
Yo
agradezco a Dios la gracia de haberlos conocido y compartido con
algunos de ellos un tramo de mi extenso ministerio. Y digo finalmente,
con las palabras del profeta:
"¡Qué
hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la
paz, que trae buenas nuevas, que anuncia la salvación!" (Isaías 52:7).
Un fuerte abrazo solidario a todos/as ustedes. Fraternalmente
Ademar Olivera.
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