CADA UNO CON SU MISIÓN.-
Pues también cada uno de nosotros, nuestra familia, nuestra comunidad
cristiana, hemos recibido una misión muy concreta y específica que nadie puede
realizar por nosotros y que, si nosotros no la realizamos, quedará eternamente
sin hacer.
El P. Congar insistía: todos
estamos llamados a cumplir una tarea concreta en esa epopeya que es la historia
de la salvación, en la que no hay
extras personajes anónimos.
Todos y cada de nosotros somos esa
higuera de la que nos habla el
pasaje evangélico de hoy. Un árbol que el Señor Jesús ha plantado con
la esperanza de cosechar frutos
para el Reino. Cada uno debe dar
frutos independientemente de si las otras higueras están cargadas de frutos o
solamente un gran follaje.
El siervo es castigado por
esconder el talento que se le confió,
El juez eterno excluye del
banquete no solo a los que han actuado mal, sino a los que también pasaron
indiferentes ante el tirado, despojado, abandonado por la sociedad. CADA UNO TENEMOS NUESTRA MISIÓN
Cualquiera de nosotros que no cumplamos o entorpezcamos la
construcción de LA NUEVA CIUDAD; y si hacemos mal la tarea en la familia, el
trabajo, la comunidad eclesial está contribuyendo a que la tarea sea defectuosa.
Todos tenemos la posibilidad de
realizar la tarea más grande, es la misión de
amar y servir a los hermanos, aunque sea a través de pequeños gestos. Esto es lo más grande que podemos hacer y con
tan poco esfuerzo.
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