Cuando un árbol se va del patio familiar, deja en pie un gran hueco de luz.
Para quién no compartió nada con él, allí simplemente no hay nada. En cambio, para los que se cobijaron bajo su sombra o compartieron su presencia rica en recuerdos, ese hueco de cielo abierto lo vuelve a hacer presente en cada amanecer
Nadie es reemplazado. El misterio personal es irrepetible.
Pero lo que uno supo entregar eso perdura, porque Dios es fiel con sus amigos.
Y la gloria de Dios, es la vida del hombre.
No podemos negar que la ausencia nos duele.
El dolor y las lágrimas que acompañan a un ser querido que ha terminado su camino entre nosotros, son simplemente la señal del cariño con que hemos compartido la vida.
Como cristianos, amigos-compañeros-hermanos de camino, te acompañamos con inmenso dolor humano pero con redoblada certeza de que te nos adelantaste a la llegada a la Casa del Padre, hasta pronto, hermano Atilano…
(*) MamertoMenapache a su mdre.-
Hasta pronto!
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