NECESITAMOS ORAR
Pero no es esto lo más grave. Parece que las personas están perdiendo capacidad de silencio interior. Ya no son capaces de encontrarse con el fondo de su ser. Distraídas por mil sensaciones, embotadas interiormente, encadenadas a un ritmo de vida agobiante, están abandonando la actitud orante ante Dios.
Por otra parte, en una sociedad en la que se acepta como criterio primero y casi único la eficacia, el rendimiento o la utilidad inmediata, la oración queda devaluada como algo inútil. Fácilmente se afirma que lo importante es «la vida», como si la oración perteneciera al mundo de «la muerte».
Sin embargo necesitamos orar. No es posible vivir con vigor la fe cristiana ni la vocación humana infra alimentados interiormente. Tarde o temprano la persona experimenta la insatisfacción que produce en el corazón humano el vacío interior, la trivialidad de lo cotidiano, el aburrimiento de la vida o la incomunicación con el Misterio.
Necesitamos orar para encontrar silencio, serenidad y descanso que nos permitan sostener el ritmo de nuestro quehacer diario. Necesitamos orar para vivir en actitud lúcida y vigilante en medio de una sociedad superficial y deshumanizadora.
Necesitamos orar para enfrentarnos a nuestra propia verdad y ser capaces de una autocrítica personal sincera. Necesitamos orar para irnos liberando de lo que nos impide ser más humanos. Necesitamos orar para vivir ante Dios en actitud más festiva, agradecida y creadora.
Felices los que también en nuestros días son capaces de experimentar en lo profundo de su ser la verdad de las palabras de Jesús: «Quien pide está recibiendo, quien busca está hallando y al que llama se le está abriendo». José Antonio Pagola
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