A propósito de esta pretensión
Este enunciado proclama el mal supremo: se ha llegado a un tipo de relaciones
internacionales que pervierten su significado más original. Y así entramos en un proceso imparablemente hostil y devastador para todos.
La humanidad es una y unitaria, con sujetos humanos de idéntica dignidad y derechos, en cualquier lugar del planeta Tierra y cualquiera que sea el color, raza, lengua o religión.
Las diferencias, lejos de incrementar la enemistad, acrecientan la riqueza de esa comunidad universal.
Coordinar en armonía la igualdad, la justicia, la libertad y la paz es el objetivo central de cuantos se proponen guiarlas a su realización y felicidad.
Dar como natural el enfrentamiento de unas naciones con otras y la existencia entre ellas de bandos irreconciliables, es la aberración más grave de la historia humana, imputable a quienes, poseídos por un complejo siniestro de superioridad, se creen destinados a ejercer la dominación y la explotación y no la igualdad, la justicia, la libertad, la paz y, en definitiva, la hermandad universal.
Tal empeño les une irremediablemente a una esclavitud de las armas, como medio para,implantar un orden mundial que asegure el triunfo de su egoísmo, de su codicia , de su soberbia y de su poder. .
Desde que el mundo humano existe, existe la pluralidad de personas y pueblos, pluralidad que no puede regirse por un planteamiento dual belicista: los unos o los otros, ellos o nosotros, los unos contra los otros. ¿Quién ha inventado el funesto binomio de ser unos los buenos y otros los malos, los unos para imperar y someter y los otros para obedecer y ser oprimidos, los unos para enriquecerse y vivir a su antojo y los otros para ser empobrecidos y recibir lo que los otros les plazca prestarles?
Es el dilema: admitir la unidad de la humanidad en condiciones de igualdad, justicia, solidaridad y fraternidad universal o embarcarse en la lucha empedernida de unos contra otros. Si lo primero, todo cambiara y alumbrará una nueva época de prosperidad y felicidad para todos.
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