Si seguimos el camino de los 4 textos del Evangelio de Lucas, de los últimos domingos en este invierno, podemos reconocer estas propuestas que nos hace la comunidad de Lucas, para ser discípula y discípulo de Jesús. Repasemos.
1ºJesús nos convoca a tomar decisiones, a ponernos en marcha. Cantamos “Doy fe, doy fe de la luz, doy fe del amor”. Hay que estar en contacto con los sueños para ponernos en marcha.
2º Nos invita a ir de dos en dos, junto con otros a cosechar la vida que esta, aprender a ver “las señales de vida”, en medio de todo lo que nos pasa y hacemos que pase.
3º Una discípula/o tiene que estar en contacto con su dolor-amor, porque eso lo vuelve compasivo. Como aquel Samaritano que tuvo compasion y ayudó al que habían molido a palos. Por eso cantamos: “Porque caerse y entregar las alas. Por qué rendirse y manotear las ruinas. Si es el dolor al fin quien nos iguala y la esperanza quien nos ilumina”.
4º “Tomar decisiones”, “saber cosechar”, “ser compasivo” y... “saber detenerse para estar”, para escuchar, para saborear la vida. Así lo fueron aprendiendo Jesús, Marta y María, aquello que cantamos: “Saber detenerse en cada encuentro y ver qué resuena ahí bien adentro”.
Este domingo, la discipula/o viendo al Maestro cómo dedica tiempo a estar con Dios Padre y Madre, al verlo rezar, le pide y... nosotros le pedimos: “Enseñanos a rezar”. El Evangelio nos convidará a cultivar nuestra oración personal, familiar y comunitaria.
Entónces… tenemos “la Palabra”, “la vela”, “algo para compartir” en nuestra “MESA” y otros símbolos que sean significativos para nosotros. Entremos en sintonía de celebración.
Primer paso: Contemplamos nuestra vida
Nos ponemos en Su Presencia, confiando en nuestro Dios Padre y Madre que nos ilumina como el sol, la luna y las estrellas, confiando en la presencia del Espíritu que es como el aire que respiramos y confiando en Jesus vivo entre nosotros como el latido de nuestro corazón.
“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
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