Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor
Qué lindo eso que nos dice Jesús de ser sal de la tierra y luz del mundo.
¿ lo somos ?....
Anoche leí este evangelio y pensaba en la sal. La sal es esencial para muchas cosas, pero voy a referirme a los alimentos. De chica veía a mi abuela salar la carne para que no se pudriera y después la colgaba en una tacuara a la luz del sol, a la tardecita la entraba y así varios días para que se secara y se conservara por más tiempo y poder alimentarnos a mi y mis 7 hermanos. (sal y luz).
Otro pensamiento que me vino fue la de la sopa, que alguna vez estando enferma me dieron sin sal, desabrida por completo. En este caso de la sopa, me di cuenta de que la sal una vez que la hechas al caldo ya no se ve, pero está, y le da el sabor necesario, en su justa medida.
Jesús nos pide ser sal de la tierra, una sal aterrizada en la vida. Una sal que da sabor a la propia vida y a la vida de los desesperanzados, de los que bajaron los brazos cansados de tanto luchar y van como la sopa desabrida, entonces podemos ser esa sal, con una escucha alentadora, con una palabra esperanzadora, con un frasquito de agua helada en el fuerte calor de quienes caminan por horas y horas hurgando en la basura en nuestros barrios en busca de algo para comer, de un pedazo de pan …ser sal que da sabor a la vida propia y de los hermanos. Aunque no se vea, mezclada con la vida del otro, pero necesaria, vital.
Sal para no permitir que esas vidas que parecen desechadas, por la suciedad de no tener un baño para asearse y sus harapos hediondos, se tengan que tirar como la carne de mi abuela si no se cuidaba amorosamente.
Todos podemos hacer algo. Todos podemos ser sal de la tierra. Somos guiados y alentados por el Espíritu Santo a actuar en el mundo, impulsados, inspirados por Él.
Y la luz del mundo. Cristo es la luz que no se apaga jamás, y Él esta en nosotros, por lo tanto todos los bautizados somos esa ciudad en lo alto de la montaña, y esa es la fuerza que nos provee cada día Jesús para que podamos ser sal de la tierra y luz del mundo para nuestros hermanos, en especial los que sufren.
No es que no esté de acuerdo con la frase “ a fin de que vean sus buenas obras”, la gloria de Dios es que hagamos las buenas obras por nuestros hermanos, aunque no se vea, como la sal en el caldo de la sopa.
Dios se regocija cuando hacemos algo por los más pequeños, dijo Jesús …. A mi me lo hicieron.
Esos hermanos que caminan a oscuras es porque no conocen la Luz de Cristo que los puede iluminar y cambiar sus vidas radicalmente, pero depende de nosotros hacer llegar el brillo de esa luz de Cristo que está en nosotros. En el bautismo cantamos…. Esta es la luz de Cristo, yo la haré brillar, brillará, brillará, sin cesar.
Es nuestra misión de bautizados. Madilene
Verdaderamente es el Espíritu el que habla a través de Madilene.
¡Cuánta luz hay en sus palabras! ¡Qué auténticamente sentidas!
Querida Alicia, gracias por tus palabras que me alientan a seguir escribiendo mis reflexiones, que son para todos nosotros, para darnos ánimo y alimentar nuestra fe cada día. El Espíritu sabe lo que hace. Un abrazo fraterno. Tu hna Madilene