viernes, 28 de abril de 2023

COMENTAMADILENE. Evangelio de la comunidad de Juan 10,1-10

Agudizar el oído, Jesús sigue llamándonos.

Esta parábola ha dado lugar a muchas críticas, porque  han tratado a los seguidores de Jesús de animales estúpidos, comparándonos con ovejas estúpidas.       Sabemos que no es así, ni la oveja es estúpida ni el pastor es el que manda en ellas.          Este Evangelio nos habla de la voz del pastor, del pastor que va adelante y las ovejas lo siguen porque conocen su voz, y conocen lo que significa que él vaya adelante, guiando e iluminando con su voz. El ama a las ovejas, las cuida. Las mantiene unidas, si una se extravía deja a las demás y la va a buscar y la carga sobre sus hombros.

Solo el que se sabe amado de verdad permanece.

Jesús dice: Yo soy la puerta, si uno entra por mi estará a salvo. Él es la salvación, y nadie va al Padre si no es por Jesús. Él es nuestra puerta para la vida eterna. Esa vida en abundancia de amor. De cercanía eterna con el amado,  amante.

De niña muy chica tuve la hermosa experiencia del pastoreo de mi abuelo materno.    Él era “guardia rural”  lo que equivale a un veterinario autodidacta.     Y en muchas oportunidades pude acompañarlo a pastorear ovejas, y sentir ese cariño que él tenia por los animales y cómo ellas lo seguían adonde fuera.     Las traían cuando estaban enfermas a la puerta de su casa en el pueblo y  les daba unos preparados que hacía a través de una manguerita y un embudo puesto en la nariz de la oveja.     Y también cuando alguna herida se pudría las curaba con “azul de metileno” para que cicatrizara y muchas veces le sostenía la pata mientras tanto.

También lo vi en alguna noche de invierno, temporal, en la madrugada acompañar al dueño del campo a ayudar a una oveja que estaba complicada en el parto.    Se ponía unas botas de goma muy largas y un abrigo, su maletín y marchaba para ayudar a nacer un corderito. Y volvía feliz ya día claro, y mi abuela le preparaba la leche caliente al lado del fogón a leña, y se enojaba cuando mi abuelo le decía que no había cobrado por ayudar a la ovejita a parir.

Nunca lo vi en la iglesia, ni nunca lo escuché hablar de Dios.

(después recibíamos bolsas de alimentos a fin de año en agradecimiento).

Imaginen, ese era mi abuelo. Un hombre de buen corazón y que amaba a las ovejas que le tocaba cuidar.   Pero un hombre.   Ni podemos imaginar lo que hace Jesús por nosotros.   Con un amor incondicional.   Y nosotros le fallamos muchas veces, pero Él nos conoce y nos ama con misericordia infinita.

El amor de mi abuelo era incondicional, sin embargo se alegraba con ayudar a venir al mundo al corderito o en guiar a su rebaño hacia el mejor pasto, o cuando las curaba y ni siquiera cobraba, siendo que éramos muy pobres. Era otra su recompensa.

Por eso nunca me gustó la comparación con la oveja estúpida, sino con el animal tierno que conoce la voz del que la ama y la cuida y por eso lo sigue.

Hoy más que nunca el mundo nos necesita, que demos ejemplo y testimonio de seguidores de Jesús, llenos del Espíritu del Pastor Bueno, que es cercano, que crea la mutua escucha, el respeto reciproco y el diálogo en toda ocasión que se nos presenta para seguir construyendo una sociedad más humanizada y una comunidad más fraterna.

Y agudizar el oído porque Jesús nos sigue llamando cada día, y nos espera amando y cuidando, incondicionalmente.    No nos cobra nada, como mi abuelo, su felicidad está en el encuentro verdadero con Él.

 Eduardo

    Si, tienes razón cundo dices es un relato que  ha dado lugar a no pocas discrepancias con el correr de los siglos.   Una iglesia  que para hacer valer su sitial infunde  temor, terror, instaura autoridad.   Yo  ( clérigo)  soy el buen pastor, ustedes (laicos)   ovejas que se someten.    Cuidado no pocos laicos aceptaban y aceptan esa postura.      El sentido de los autores es muy otro.

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