Aquel día Jesús salió de la casa. Jesús siempre toma la iniciativa, nos primerea en todo, solo tenemos que ponernos en camino porque El esta.
Salió el sembrador a sembrar. El sembrador
esparce las semillas en la tierra abundantemente y en todas las direcciones,
sin hacerle un surco y enterrar cada una, sino que las lanza al costado del
camino, y lo hace porque confía en que las semillas germinarán y sin importar
la cantidad del fruto, sino en que darán fruto. Porque Jesús muestra la fuerza
que tiene esas semillas, las semillas de su Palabra, de su vida. Sabe que esta
sembrando en los corazones y a su tiempo y a la medida de cada uno dará su
fruto, no se fija en la cantidad, confía en la siembra.
Sabe que seremos fieles, que confiamos en Él,
por esa semilla de Buena Noticia y amor.
Pero es cierto que el poder desmedido ha
embotado algunos corazones y se dedican a oprimir pueblos enteros, han cerrado
su corazón a esta semilla, y por eso no germina en el tiempo en que podamos
verla, solo Dios sabe cuando germinara si es que lo hace.
El sistema opresor y tirano, no quiere
convertirse porque la cura no le es conveniente.
La siembra esta echada, y dará el fruto esperado
a su debido tiempo. No debemos poner el foco en la cantidad de fruto, sino en
la fuerza de la semilla, y así como se transforma y crece callada bajo la
tierra día y noche sin que la veamos, así germina la Palabra de Jesús a su
debido tiempo en los corazones dispuestos, y los otros lo harán en el tiempo
propicio.
Nos toca seguir esparciendo esa semilla de Buena
Noticia a los pobres, siendo fieles al Sembrador que un día la sembró en
nuestro corazón y cambio nuestra vida para siempre. Confió en nosotros.
Hoy a la mañana leo una noticia con la cual
no pude dejar de pensar en este Evangelio: 8 empleados tercerizados que
trabajaban en la cocina de un hospital aqui en la capital de Uruguay fueron
despedidos porque las cámaras de vigilancia los capto tomando agua mineral y
“no les correspondía”, a lo cual dichos empleados, con sueldos sumergidos y
familias para sostener, hicieron una carta pidiendo disculpas por haber bebido
de aquella agua pero tenían sed.
El que tenga oídos, que oiga. Madilene
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