Lectura del santo Evangelio según San Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he
guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría
llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros».
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LOS LLAMO, AMIGOS. 5/5/24
Qué importante esa frase del evangelio, en donde
Jesús nos llama de amigos. Los amigos verdaderos, los que se alegran con
nuestra alegría y se entristecen con nuestras tristezas, que están a nuestro
lado en los momentos más difíciles que nos toca atravesar en la vida. La
experiencia de la amistad supera las diferencias, culturales, raciales y otras.
Es común a los seres humanos de distintas épocas, lugares y culturas.
También es cierto que ¿quién no ha sentido en su
vida las alegrías o desilusiones que trae una amistad verdadera? Con
coincidencias y diferencias, la amistad es una experiencia fundamental que
compartimos inclusive con aquellos que piensan distinto o tienen opiniones
diferentes. Cuanto más importante tener la amistad de Jesús.
Un amigo que vino a salvarnos y a amarnos hasta
el extremo. Vino a transparentar el amor del Padre.
Jesús llega hasta el final, celebra la última
cena con sus amigos en la certeza de haberlo dado todo. “como
el Padre me amó también Yo los he amado a ustedes.”
Jesús no se guarda nada para sí, todo lo que
recibe lo da, y se hace cercano a nosotros, dándose a conocer tal cual es, en
una amistad que lo vive transparentando hacia fuera el amor recibido. “Ámense los unos a los otros como yo los he
amado.”
Yo doy testimonio de esta amistad con Jesús que
se hace realidad en mi vida a través de mis amigos, y de entre ellos en
especial a los hermanos (más que amigos) de esta comunidad de base, que Jesús
me regaló como camino hacia el Padre en los últimos tiempos.
Solo me resta agradecer cada día a Jesús y ellos
por esta gracia y la alegría de caminar juntos. Amándonos con nuestras virtudes
y defectos, y Jesús va con nosotros.
Reflexión:
Ojalá que las palabras de Jesús nos inviten a abrir nuestros horizontes,
a preguntarnos cuáles son aquellas
periferias de nuestra vida que hoy reclaman que pongamos nuestro corazón y
nuestras fuerzas para transparentar en ellas ese amor recibido que no es para
guardarlo celosamente sino para compartirlo y que así pueda dar frutos
permanentes.
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