Uno de los más cálidos recuerdos que tengo de mi
infancia es que mi abuela me levantaba envuelta en una manta, en el frio
invierno, y me sentaba cerquita de su fogón a leña en dónde casi siempre estaba
horneando pan.
Abría la puerta del horno esmaltado blanco, y
emanaba un aroma a pan por toda la casa e iba a parar a mi panza. Me alimentaba
en todos los sentidos.
Así es Jesús/Pan. Impregna todo nuestro ser. Su
aroma no pasa desapercibido. Él es pan que alimenta, que sustenta la vida, que
da vida. El alimento más antiguo, y a la vez accesible, simple y completo a la
vez.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Dice Jesús
en este evangelio. Yo soy, término familiar para los judíos que debían
reconocer en Él a Dios. Jesús utiliza un lenguaje conocido, quiere, desea ser
reconocido, porque no vino a juzgar, vino a salvar. Bajado del cielo, enviado del Padre. Que da
vida para siempre, pan vivo, lleno de vida eterna al alcance de todos. Basta
querer, y creer.
Jesús vinculó la vida con él mismo. Desde el
instante en que recibimos la vida, esta nos es dada por Él. Él nos sostiene y
nos nutre, corporal y espiritualmente para que vayamos floreciendo a lo largo
del camino.
Jesús Pan de vida que se entrega, que entrega su vida para
darnos vida y vida en abundancia, nos pone frente al sacrificio redentor de la
cruz, en ese entregar, dar.
El sentido de “comer” a Jesús es una expresión
muy fuerte para nosotros, pero apunta a poseer su vida, a nutrirnos con su
palabra, sus opciones, sus sentimientos, su amor. Ese el contenido del pan
vivo bajado del cielo para donarse a nosotros.
Así como
el Hijo vive por el Padre que le entrega su vida, nosotros vivimos por
Jesús que nos entrega la que ha recibido.
Es el Pan que nos hace hermanos, amasando
nuestras vidas y fundiéndose en ellas, es el misterio de la eucaristía diaria,
en la comunidad en dónde es donación sin medida. Donarnos mutuamente adquiere
sentido en ese pan compartido.
En la comunidad compartimos esa vida que nos es donada y a la vez
donamos, en el amor concreto por el otro, dentro y fuera de ella, en una
constante eucaristía. Madilene
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