No volveremos a repetir el conocido relato de
Marcos, solo diremos la historia se repite…
Jesús
se dirige a los líderes religiosos en esta oportunidad, son
escrupulosamente fieles con ciertos ritos tradicionales y les importa un bledo
el sufrimiento del pueblo. Con
frecuencia las pequeñas fidelidades ocultan grandes vicios. Quienes convierten lo accidental en esencial, automáticamente convierten lo esencial en accidental. Este pasaje produce cierto escalofrío al
poner de manifiesto hasta donde se puede
manipular la Palabra de Dios por parte del hombre religioso y hasta que extremo
es capaz de acomodarla para sus intereses egoístas. Acá patentiza hasta donde pueden llegar las adulteraciones religiosas, sobre
todo, de las autoridades. El fariseísmo
es una tentación que ha acosado y acosará siempre, por la sencilla razón de que
todos tendemos a lo cómodo. Pablo VI, con gran intuición, afirmaba
taxativamente “La iglesia ha de liberarse de muchas tradiciones para ser más
fiel a Cristo” A veces discutimos por una
señal de la cruz, una genuflexión, un “amén” más o menos, faltando a la
solidaridad, incurrimos en el mismo fariseísmo.
Resulta escandaloso los nuevos fariseos que
nos escandalizamos de la mínima transgresión litúrgica y pasamos indiferentes con
aire de burgueses ante el pobre Lázaro
sentado en el portal del piso, esto constituye el escándalo que provoca la
aversión religiosa y el ateísmo como afirma el Concilio Vaticano II.
Lo que importa es ir a lo esencial
interpelémonos sobre las grandes
cuestiones que afectan
globalmente a nuestra persona, a nuestra vida familiar y comunitaria: ¿Qué
hago, qué hacemos por los demás, en qué medida les ayudo, les ayudamos y procuramos
hacerles felices? ¿ Qué importancia le
doy, de hecho , al amor y servicio a los demás?
¿ Cómo empleamos las enormes riquezas que Dios ha puesto en nuestras
manos? ¿Qué estamos haciendo de positivo por una sociedad mejor, más justa, más
humana?
Esto mismo hemos de hacer con respecto a la
Eucaristía. Incurriríamos en la misma hipocresía
farisaica si nos dejamos atrapar por pequeñas rúbricas olvidando las grandes
actitudes necesarias. El rabí de
Nazaret en expresión popular fue al grano,
simplificó de forma increíble las
actitudes religiosas en un solo mensaje: “ Ésta es mi consigna, que se amen los
unos a los otros como yo les amo”
Dm. Pedro dijo: "En el final del camino me preguntarán: Tú viviste? Amaste? yo sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres" Pedro Casaldáliga cmf. obispo de la floresta
Breve adaptación del comentario de Atilano, con autorización del autor. J.E.B.
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